martes, 7 de junio de 2011

Moriarty - The Missing Room

Sin esfuerzo, asoman la cabeza entre la multitud de la vulgaridad, haciendo lo que en la segunda década del siglo XXI pareciera imposible: sonar originales. No es una originalidad buscada, forzada, retorcida, sino inevitable, porque la VOZ de Rosemary les hace diferentes a cualquier propuesta del cajón del neo-folk en el que se clasifican sus discos compartiendo etiqueta con Devendra Banhart, Sufjan Stevens o Vetiver. Un cajón del que yo les sacaría para colocarlos, en la tienda de mis sueños, en el de “música mágica”.
Les juro que no he tomado nada, me basta su música para sentirme extraño, ¿encantado?, un raro bienestar.

Aunque les cuenten que son franceses, aunque lean que nacieron en Vietnam o en el Reino Unido, no es del todo cierto, pertenecen a un mundo donde la realidad es un sueño y los sueños se hacen reales en forma de canciones, el mundo al que nunca regresó Robyn Hitchcock cuando saliera junto a sus Soft Boys, el mismo del que vinieron los Gorky's Zygotic Mynci, donde los búfalos son la religión oficial y la principal adicción.

“Some have chocolate
others have Jesus
some have Buddhas
and we have buffaloes”

"Jimmy" me los descubrió, hace ya casi cuatro años. Su nueva entrega, "The Missing Room", confirma que han decidido quedarse entre nosotros sin perder las señas de identidad que se trajeron como equipaje al emprender su particular aventura. Acústicas, violines, banjo, acordeón, dobro, contrabajo, armónica, slide… y la VOZ, la de Rosemary Stanley, una soprano haciendo rock, convierten en magia lo que en otras manos sonaría country, folk o americana.

Demasiado simple, demasiado bonito y yo, de verdad, no se como clasificarlo.

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