miércoles, 2 de enero de 2013

12 discos de 2012 para la isla

Hacía mucho tiempo que no me sentaba frente al ordenador. De verdad, no era consciente de los casi seis meses transcurridos desde que paseara por Valladolid con Peter Astor. Los días pasan demasiado deprisa cuando el sol te empuja al mar y quien tienes a tu lado convierte las horas en minutos. Pero seis meses son demasiados. No hay una razón concreta y mis circunstancias dan mil excusas que me justifican: la primera es que ya no escribo desde Santoña, la fortuna me trajo hasta la isla de Gran Canaria, la segunda: que no tengo ordenador, la tercera… supongo que no merece la pena aburrir a nadie para, inevitablemente, terminar por decir que desde que ya no soy un perro solitario la música ha dejado de ocupar ese vació falsamente llenado con conciertos y canciones que sonaban sin parar en forma de disco, Cd o mp3 allá donde estuviera.
Sigo sosteniendo que preferiría quedarme ANTES CIEGO QUE SORDO y, aunque con mayor moderación, moriré siendo un yonki que vendería su alma por un puñado de melodías.

Un año más ha pasado por nuestras vidas y, quien más, quien menos, tiene su lista preparada, buscamos la de los demás, comparamos y criticamos la de los medios especializados y yo, siempre, siempre, me preguntó por qué nadie publicará una lista con lo mejor del año a principios de diciembre. Nunca obtengo respuesta, ni listas, ni criterios para confeccionarlas. Lo que si que tengo es un puñado de discos que han formado parte del equipaje que me he traído a esta isla (no precisamente desierta). Desde ayer ya no importará si fueron publicados en el 2012 o veinte años atrás, en realidad, casi no le importarán a nadie, pero estoy seguro de que el guión de los doce meses pasados hubiera sido mucho menos apasionante sin la música de las escenas principales.



CHUCK PROPHET – Temple Beautiful
El primer gran disco del año, posiblemente el gran disco del año. Un veterano superviviente de paisley underground, eternamente joven. Infalible en directo (ya son cuatro las veces que nos vimos las caras) haciendo de guía de la ciudad que lo vio crecer.


GRANT-LEE PHILLIPS – Walking in the Green Corn
Otro viejo conocido, otro viejo desconocido para quien no escuchara, recién nacidos los 90, a aquella banda que los REM se trajeran de gira en los buenos tiempos, los de “Automatic for the people” y los de un debut tan sorprendente como “Fuzzy”. Sí, se trataba de los Grant Lee Buffalo, pero el animal cambió de apellido para caminar en solitario y, disco a disco, obra maestra tras obra maestra, seguir emocionándonos.


NEIL HALSTEAD – Palindrome Hunches
Las guitarras acústicas suenan cristalinas junto a un fuego que nunca dejó de arder. Ahora el calor procede de la chimenea del salón donde el piano marca el ritmo de las voces que nos han atrapado. Ya no son sirenas imaginarias. El mar está en calma. Las tablas de surf se quedaron en la arena del desierto, el de Mojave 3.


HOUSE OF WOLVES – Fold in the Wind
Aunque los créditos impresos mientan respecto al año de publicación, lo incluyo en la maleta de mi último viaje. Precioso desde el envoltorio (sobre todo en la edición de 2012 para el mercado español a cargo de Moonpalace Records), una canción tras otra el escalofrío recorre tu espina dorsal redescubriendo los caminos de sensaciones por los que transitaron aquellos primeros discos de Mazzy Star, Elliott Smith o Damien Rice. La voz más temblorosa que nunca haya escuchado, hasta el punto de tenerme confundido pensando que una mujer estaba tras el micro, apenas se cubre de sutiles arreglos de viento, piano y guitarra acústica, mostrándonos que, a veces, las buenas canciones no necesitan nada más. Emocionante, desarmante, una delicia sublime, un motivo para recuperar la fe en la tan manida palabrita singer/songwriter y en el poder curativo de la música.


LANGHORNE SLIM – The Way We Move
Langhorne no canta, exorciza sus demonios y canaliza los nuestros con una rabia y una convicción que sólo habitan en artistas que rara vez se dan cada dos o tres décadas. El disco que pones a todo volumen cuando al salir de trabajar tienes ganas de mandarlo todo a tomar por el culo, el disco que te devuelve la esperanza a golpe de rock ‘n’ roll y de tradición, banjos que te hacen saltar, un piano golpeado con fuerza, humo de cabaret y una voz maltratada a punto de quebrar. Yo lo llamo pasión.


DEXYS – One Day I'm Going to Soar
Kevin Rowland podría haber paseado eternamente su “Come on Eileen” pero decidió poner punto y final a unos Midnight Runners que parecían vivir una época que no les correspondía. Nadie entendió entonces que cambiaran harapos por trajes de etiqueta, nadie pareció entender que el alma no sabe de apariencias. Y como si el tiempo se hubiera detenido, se vuelven a vestir de negro para jugar a ser los hijos pródigos de Van Morrison. Después de casi treinta años, el alma… permanece intacta, el talento, si algún día abandonó la casa del Padre, ha vuelto.


SPAIN – The Soul of Spain
Funámbulos sobre la delgada frontera que separa los teatros del tugurio cargado de humo y vicio, los arreglos pretenciosos de la simple belleza de lo bien acabado, el rock del jazz cuando no es posible la convivencia, cuando resulta absurdo llamarlo de una u otra manera.
Durante más de diez años echamos de menos a Josh Haden acompañado por la banda que bautizara en honor a nuestro país. Mereció la pena la espera.


HALL OF GHOSTS – A Random Quiet
Jesús (Against the Cierzo) nos abrió los ojos. Quienes quisimos mirar descubrimos una banda con canciones imperecederas, de las que tienes la certeza te acompañarán siempre por muchos viajes que emprendas en tu vida. Lo patentaron recién nacidos los 70, unos tal Crosby, Stills, Nash & Young, bueno, en realidad fueron los Eagles, bueno, creo que ya estaba inventado antes por… o quizá... Denominarlo "americana" sería lo más socorrido. No importa, ¿verdad? Armonías vocales y canciones redondas.


LIGHTSHIPS – Electric Cables
Mi Teenage Fanclub favorito va cambiando según escucho las canciones de uno o de otro. Si el año pasado fuera Norman Blake y su proyecto de nombre Jonny, éste me quedo con Gerard Love y sus Lightships. Tienen el secreto de cómo hacer una melodía perfecta y parecer que es la cosa más fácil del mundo.


AMIGOS IMAGINARIOS – Museo de Reproducciones
No sé si el álbum estará físicamente publicado, aunque quienes hicimos el pedido por adelantado, con el objetivo alcanzado de que una preciosidad así tuviera edición en vinilo, hace ya unas pocas semanas que lo disfrutamos en formato mp3.
Creo haber dicho anteriormente que Santi Campos (estoy seguro se molestará viendo su nombre separado del resto) es el mejor contador de historias de este país, fragmentos de una vida que comparte lleno de pudor gracias al valor infundido por los otros cinco miembros de la banda, dentro de la cual me gusta incluír a Yuri Mendez (Pajaro Sunrise), subiendo del sótano en el que se encerraron, como hiciera mucho tiempo atrás The Band, abriendo las ventanas y dejando que, por primera vez, las letras optimistas vean la luz acompañando a una música que, casi, siempre lo fue.


BILL FAY – Life is People
Ha sucedido, y sucederá, mil veces: Un artista desaparece y su obra se convierte en una referencia entre músicos y gentes de buen gusto que le dan a título póstumo lo que nadie le reconoció en vida. Sin embargo, las historias de la música y sus músicos incomprendidos no siempre tienen un triste final. Bill Fay sigue entre nosotros, su retiro era voluntario (como hicieran antes Nick Garrie o Willie Nile, aunque éste último por mucho menos tiempo), para cuarenta años después entregar otra obra a la altura de sus precedentes, más acorde a los tiempos que corren, desnudo de artificios, de una belleza arrebatadora.
Ignorantes de que su autor dejó atrás los setenta años, no dudaríamos en señalar como influencia más evidente, hasta por la foto de la portada, a Randy Newman; nada más comenzar el disco nos acordaríamos de los recitados infinitos de Dylan e, inevitablemente, conforme se suceden las canciones, de la fragilidad emocional de Nick Drake. Quizás, gracias a esta maravilla, también citaremos a Bill Fay cada vez que un nuevo artista nos remita a los anteriores. Quizás, a partir de “Life is People” citaremos a Bill Fay cuando hablemos de Wilco y no al revés.


BOB DYLAN – Tempest
Escuchar en la barra de un bar que Bob Dylan no saca un buen disco desde “Infidels”, a pesar de no atreverse a incluir “Blind Willie McTell” en él, puede ser fruto de un mal momento, del alcohol o de… pero no estamos aquí para discutir acerca de la obra de quien firmara “Blood on the tracks”. Y el Dylan de "Tempest" trae a mi memoria aquel que descubriera con “Oh Mercy” (el primer vinilo que comprara del señor Zimmerman), el que me emocionara con “Time Out of Mind” y escarbara en músicas pretéritas con “Love and theft”, “Modern times” o “Together through life”, ¡joder, menos mal que el tipo no sacaba un disco bueno desde el 79! Quería decir que si yo ahora fuera aquel adolescente con mil pesetas en el bolsillo, me gustaría redescubrir a Dylan con su disco de 2012, sorprenderme del fogonazo inicial de “Duquesne whistle”, enamorarme con “Soon after midnight”, imaginar la historia escondida en las estrofas de “Tin Angel” y volver a colocar la aguja en el principio tras “Roll on John”. Eternamente joven.

Pero todos no cabían en el equipaje de mano. También viajaron conmigo: un sorprendente TIM BURGESS (Oh no I love you) aliado con Kurt Wagner, el disco de éste con sus LAMBCHOP (Mr. M); el eternamente ignorado JASON COLLETT (Reckon), la reinvención de THE SHINS (Port of Morrow); la resurrección de BEACHWOOD SPARKS (The tarnished gold); uno de los nuestros con una sensibilidad poco común escondido bajo el alter ego de A QUIET MAN (The affairs); otro superviviente del paisley underground y de Green on Red llamado DAN STUART (The deliverance of Marlowe Billings); la mágia de EUROS CHILDS (Summer Special); la segunda oportunidad de CARDINAL (Hymns); la vuelta a los tiempos de “Ambulance blues” de NEIL YOUNG (Psychedelic pill); el rey Midas JACK WHITE (Blunderbuss), la visión particular que Danger Mouse tiene de NORAH JONES (Little broken hearts); y cien o doscientos más... en el año que creía menos música había escuchado...
Sigo escribiendo el guión de una película infinita. Ha comenzado un nuevo capítulo.