sábado, 12 de junio de 2010

Heaven up Here (Someone send a runner...)

Hoy el día no es que haya amanecido gris, es que ha llovido a mares. Y mi estado de ánimo también echa en falta el sol que hace unas semanas era protagonista y motivo de repetidas escuchas del último álbum de Teenage Fanclub.
No obstante, he tomado la decisión de salir a correr. En mi vida nunca había hecho deporte pero desde hace apenas un par de años (tampoco crean que me ha dado de repente como a Forrest Gamp) le he cogido el gustillo a correr, sudar, llegar a ese puntillo de cansancio y placer difícil de explicar (supongo que Atalanta sabe a lo que me refiero). Nunca he participado en competición alguna, nunca he pisado un gimnasio, no me gusta la gente (salvo cuatro que dudo que yo les guste a ellos), así que procuro correr por donde no me tropiece con nadie y el monte de Santoña es perfecto para mis propósitos. El caso es que hoy llovía a mares y a mí se me había metido en la cabeza salir a correr, el monte no es lugar para los días de lluvia (salvo que quieras retozar por el barro) y lo he cambiado por la playa. Con este tiempo Berria es lo más cerca de tocar el cielo que pueda estar a quien le guste sentir como le resbalan las gotas de lluvia mezcladas con sudor y notar en el paladar el agridulce frescor de tan delicioso cóctel.

Contrariamente a lo que muchos podáis imaginar, nunca voy con el iPod enchufado como tantos y tantos corredores que te cruzas por la calle, yo cuando escucho música tengo que sentir cada verso, apreciar cada acorde, y en pleno esfuerzo no te enteras ni de la música ni de nada. Cuando hago ejercicio lo que me gusta es disfrutar de los sonidos que no apreciamos habitualmente, pájaros, árboles agitados por el viento y la brisa, sin más, la que se cuela por donde quiere, a veces sólo por donde la propia montaña le permite. Alguno estará pensando que me paso de empalagoso, qué se le va hacer... Hoy me he dado una buena ración de olas, el rumor del mar sin la muchedumbre dominguera habitual en el verano es una de las razones que me atan a este lugar, y junto al mar la lluvia, ¿sabe alguien a que huele la lluvia en contacto con la arena del mar? Yo no soy capaz de describirlo.
Pues a pesar de ir desprovisto de mp3 o aparatito similar, kilómetro tras kilómetro la banda sonora la he puesto yo. No lo he podido evitar, pero pisar la orilla y ver la inmensa playa, inundada por la incesante lluvia, convertida en un mar de apenas un centímetro de profundidad, ha puesto a funcionar ese reproductor del que no somos dueños y el “Heaven Up Here” ha dado vueltas sin parar.

Heaven Up Here” fue el primer álbum que compré de Echo & The Bunnymen. Me llamaron la atención por la que supongo es su canción más conocida (no hablo de su mejor canción, hablo de su canción más conocida), “Lips like sugar”. Corría el año 1987 y yo no andaba muy boyante económicamente, así que puse en práctica una costumbre que hoy en día todavía me acompaña: descubrir a un grupo por su último trabajo, rebuscar en el cajón de las series medias y, con suerte, cazar una joya por la cuarta parte de precio. Ahora con Internet es otra historia pero les juro que este método siempre me dio buenos resultados.
En unos grandes almacenes los cajones de series medias (vinilos a 500 ptas.) eran mi hábitat natural. Allí estaban “Crocodiles”, “Ocean Rain”, “Porcupine”...hasta que mis manos alzaron “Heaven Up Here”... lo que veía en la foto de Brian Griffin era la playa de Berria en un día de invierno, ¡ese era el disco! Escucharlo por primera vez me hizo sentir lo que muy pocos álbumes han conseguido, y no se trata de calidad, se trata de emoción. Una fuerza interior, una mezcla de no saber si querer gritar o llorar. Y eso sólo lo había sentido antes con “A Pagan Place” de The Waterboys, y eso lo he vuelto a sentir 23 años después con “High Violet”. Hoy ese disco ha vuelto a sonar. Hoy la batería de Pete de Freitas me ha dejado claro que en el año '81 estaba enseñando el camino de la emoción a muchos que han venido después. Hoy lo veo todo con otra perspectiva y escucho en Sergeant la guitarra que luego popularizó The Edge (aunque es posible que ambos hubieran escuchado antes la de Tom Verlaine). Hoy me he dado cuenta que desde The Cure hasta Arcade Fire cientos de bandas han bebido de sus surcos. Hace 23 años de lo único que me daba cuenta es de que este disco me gustaba, me atraía, me hipnotizaba, y de que cada vez que lo ponía en el giradiscos era para escucharlo de principio a fin, siempre lo consideré como el disco de Echo & The Bunnymen, otros tenían canciones, éste era el disco.

ECHO & THE BUNNYMEN - ALL MY COLOURS (1981)


THE NATIONAL – ENGLAND(2010)
Y lo mejor de todo, hoy por fin he llegado a comprender qué diablos quería decir Matt con los tres primeros versos de "England":
Someone send a runner
Through the weather that I'm under
For the feeling that I lost today
Porque corriendo bajo la lluvia he sentido esa sensación, me he sentido parte de la foto de la húmeda playa del sur de Gales donde fue tomada, no sé si seré el runner que alguien tiene que enviar, pero he cazado el sentimiento.

1 comentario:

  1. Es verdad, muchas veces nos teníamos que conformar con las series medias. Qué más daba que estuvieran algo pasadillos de tiempo y que a algunos les quitaran las letras.Aunque "time waits for no one", nosotros sí sabíamos esperar.Genial entrada,otra vez,Coco.

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