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Uno de los descubrimientos del pasado año. Lo tenía guardado, reposando, por si se trataba de esos casos en los que un artista te impresiona fruto del amor a primera vista pero se apaga cuando le acabas viendo vicios y defectos en principio escondidos. Han pasado unos meses y sigo seducido por sus encantos, amor verdadero.
"Becoming a Jackal" es un disco raro, es un disco delicado, duro, encantador, sorprendente, diferente..., es un disco raro.
A medio camino entre el cantautor guitarra en mano y el crooner que se apoya en el piano, se nos presenta, escondido tras el nombre de Villagers, un joven dublinés bautizado como Conor J. O’Brien. Su aspecto denota los veintipocos años que constan en su pasaporte, pero su música... ─“...tío cantas como si tuvieras 18 pero compones como si hubieras vivido 50”, serían mis palabras de tener la ocasión.
Lo más recurrente sería incluirlo en el saco de los Damien Rice y compañía pero sus canciones son mucho más oscuras y desde la inicial “I saw the dead” producen en el oyente una atractiva sensación de dulce intranquilidad. Pienso en Elliott Smith y en Jacob Golden (alguien debería dar coba a este muchacho). El desasosiego te atrapa y con “Becoming a Jackal” (la canción) te termina por hipnotizar y no soltarte hasta que los aullidos (literalmente) de “Pieces” te despiertan.
Su voz temblorosa recita unas letras escritas en primera persona y de una madurez sorprendente, cerca del folk, guitarras acústicas y armonías vocales muy, muy, cuidadas. Piezas como “Ship of promises”, “The meaning of the ritual” o “That day” van más allá, los violines, los vientos, los arreglos orquestales recuperan en mi memoria a Cardinal, ¿se acuerdan de Cardinal? El grupo de culto de Richard Davies y Eric Matthews se mereció mejor suerte en su día y artistas como Tindersticks (a quienes han teloneado Villagers) o Richard Hawley seguro que me darían la razón.
El disco crece canción a canción, nos da un respiro con el pop de “The Pact (I’ll be your fever)” y consigue con “Twenty seven strangers” una de las cimas emotivas del año. Me he preguntado cien veces si de verdad se tratará de un debut, si de verdad ese joven que vemos en los videos será el responsable de semejante colección de canciones y he buscado en la letra pequeña quién estaría detrás de la producción: Tommy McLaughlin, apunten también este otro nombre.
El álbum de Dylan LeBlanc lo acompaña muy cerca del reproductor. Poco tienen que ver el uno con el otro, ¿dos jóvenes viejos quizás? Ambos me ayudan a no dejar nunca de creer que, en la música que me acompaña, lo mejor esté todavía por llegar.
My love is selfish, but I know yours is too...