viernes, 25 de junio de 2010

Leonard Cohen – BEC 17 de Septiembre de 2009

Sólo necesitaba una excusa, sólo una, y la noticia de que el canadiense lanzará un nuevo álbum el próximo año y el adelanto de tres de sus canciones, han rescatado de mi memoria el concierto que nos regaló el pasado verano en el BEC (que por mucho que les duela a los de Bilbao, está construido sobre el suelo de Barakaldo).
– “Los 90 euros mejor invertidos de mi vida”, solía responder a todo el que me preguntaba qué tal el concierto de Leonard Cohen. Claro que una cosa es responder eso cuando apenas han pasado unas horas y la emoción todavía se adueña de tu ser, y otra bien distinta es seguir pensándolo casi un año después. Ahora la perspectiva me hace ver las cosas de otra manera, ahora mi respuesta sería: – “...el mejor concierto de mi vida”. Hago memoria y son muchos con los que competir, un buen puñado de momentos memorables, de los que justifican que todavía me ponga nervioso cuando tengo la oportunidad de ver en vivo a alguno de mis admirados artistas, pero el poso que me dejó Cohen aquel jueves de septiembre se me antoja irrepetible e imposible de describir.

El acceso al recinto fue un poco caótico, parece que todos nos pusimos de acuerdo para entrar justo media hora antes de la cita. El hecho de tener asiento reservado tiene estas cosas, no hay prisa por pillar un buen sitio, y el cuerpo me pedía beber un buen vino antes de acceder al, desde entonces, sacro lugar.

Fila 1, asiento 16. Justo enfrente de Javier Mas (guitarra, bandurria y laúd). Desde la primera fila las cosas se ven de otra manera, se sienten de otra manera, soy consciente de que “Dance me to the end of love” es interpretada mientras muchos de los asistentes todavía están buscando su lugar en el falso teatro del BEC, pero el murmullo a mis espaldas me es ajeno, casi imperceptible, entre Leonard Cohen y yo no hay nadie, apenas unos metros y los fotógrafos dispuestos para sacar una instantánea mientras les esté permitido, el sonido es perfecto y su voz, más grave que nunca, me penetra las entrañas. Gestos que deberían serme familiares: su forma de cantar, su torpeza al bailar, la amabilidad como parte inherente de su ser, arrodillarse en señal de admiración hacia sus músicos y, muchas veces, de gratitud hacia el público (hacia mí, pues nada se interponía entre nosotros), eran registrados por vez primera en mi retina. Olvidémonos de los DVDs, del YouTube y la televisión, éste era mi bautismo, mi confirmación, y también mi matrimonio con el canadiense.
Mentiría si dijese que un sueño se había hecho realidad, porque nunca había soñado con ver a Leonard Cohen, era algo que se escapaba a los límites de lo posible, que nunca había considerado, con lo que ni siquiera había fantaseado. ¡Bendita tú seas Kelley Lynch! Escapaste con su dinero y nos devolviste al maestro. Tu pecado fue mortal pero la gratitud de tantas voces tiene que ser redentora.

El setlist fue casi clavado al "Live in London", canciones que me han acompañado a lo largo de mi (quiero pensar) todavía corta vida, canciones que me emocionaban incluso antes de saber cómo se llamaba el señor que las cantaba, arregladas para la ocasión con la ayuda de una banda de virtuosos que además se lo pasan bien encima del escenario (algo no muy común a esos niveles), donde Javier Mas, precisamente un aragonés en la corte del rey de Montreal, tiñe los temas de colores mediterráneos y cuya introducción del “Who by fire”, a pesar de haberla escuchado mil veces en el citado directo de Londres, hizo crónico mi escalofrío. Se conocen y se admiran, presenta a sus músicos y coristas una y otra vez y les adorna con adjetivos como virtuoso, sublime, impecable, se arrodilla ante ellos en un gesto de humildad y sincera devoción, se queda embobado admirando los solos instrumentales y las partes cantadas de ellas, la admiración de quién deja sus canciones en las mejores manos.
La primera parte del concierto a mí me hubiera bastado. Se ajustó al guión establecido e interpretaron una docena de mis canciones favoritas de todos los tiempos: “Everybody knows”, “The future”, “Bird on a wire”, “Ain’t no cure for love”, “Anthem”, “Hey, that’s no way to say goodbye”... y una sorpresa: “Lover lover lover”, que no es una canción, sino un sentimiento. Sólo por esa hora y media ya hubiese valido la pena pagar la entrada. Como que no era consciente de lo que estaba por llegar.

El descanso apenas logró mitigar el escalofrío que me acompañaba casi desde un principio, cuando de vuelta al escenario “Tower of Song” con Cohen a las teclas, pone en alerta hasta la más remota de mis terminaciones nerviosas, y como con intención de rematarme, consciente de mi rendición: “Suzanne” y “Sisters of Mercy” , no hay nadie en el mundo de los vivos, ni en el de los muertos, con un cancionero que reúna tal cantidad de obras de arte (sólo Dylan estaría a su nivel, aunque ganaría por cantidad), tal sucesión no ya sólo de éxitos, sino de momentos de nuestras vidas que siempre asociaremos a ellas. Soy el tipo más feliz del mundo. “The Partisan” fue la segunda sorpresa de la noche, enorme y marcial; “Hallelujah” se convirtió en una oración colectiva y “I’m Your Man” la definitiva comunión con el público. “Take this Waltz” nos pone en pie, tengo la sensación de haber sido abandonado por mi cuerpo, se ha ido lejos, bailando ese vals imaginario de versos prestados por Federico García Lorca que, definitivamente, ha roto las cadenas que nos ataban a las sillas del improvisado patio de butacas. Ya nadie se volvió a sentar, la ovación, posiblemente una de las más sinceras que yo recuerde, nos ayuda a descargar la emoción, hubiera echado a correr, hubiera roto a gritar, pero me limité a aplaudir.

No conté cuantas veces entró y salió del escenario, si hubo tres o cuatro bises, o más, pero sí recuerdo estar escuchando “So long Marianne” y desear que nunca se acabara; que por un momento pensé que “First we take Manhattan” sería el final, y me veo poco después escuchando los primeros versos de “Famous blue raincoat” y ser incapaz de contener las lagrimas. Creo que a partir de aquí perdí un poco la noción del tiempo y del lugar, hasta que todos juntos, abrazados, incluídos roadies y técnicos, cantaron a coro “Whither Thou Goest”.

– “Gracias amigos por cantar conmigo, hemos pasado un rato maravilloso”, fueron las palabras de despedida de un Leonard Cohen realmente agradecido, sombrero en mano cubriéndose el corazón.
Tras tres horas y media, el jueves se había convertido en viernes y yo era incapaz de moverme, incapaz de hablar. Caí en la cuenta de que estaba allí, de verdad, como si hubiera recuperado el cuerpo que me había abandonado tiempo atrás. Estaba dispuesto a apurar hasta el último sorbo de lo que acababa de vivir y me resistía a abandonar mi asiento, mirando embobado el escenario, intentando en vano prolongar lo sentido. Todavía con la carne de gallina, ante la petición de los operarios encargados de recoger las sillas (sillas de plástico atadas con bridas), me dirigí a la salida, colas de cientos de personas esperaban su turno para pagar el ticket del parking, yo había tenido suerte: aparqué justo frente al bar que a escasos metros me sirvió el vino que fue toda mi cena antes de entrar.

El camino de vuelta, poco menos de una hora de autovía y recuerdos, fue insuficiente para recuperar la sensación de hambre, me saciaba el haber vivido algo único. Un concierto que la mayoría de los presentes recordaremos y contaremos. Estuvimos en frente de un pedazo de historia de la literatura y de la música. Un superviviente del Chelsea Hotel, cuyas andanzas se cruzaron con las de Bob Dylan, Patti Smith, Joni Mitchell, Janis Joplin o Jimmi Hendrix. Le escuchamos recitar, cantar más gravemente que nunca; lo dio todo (al día siguiente se desmayó en Valencia) arropado por una banda grande, muy grande; y nos regaló más de tres horas, de clásicos, de retazos de su vida y de momentos de las nuestras. Y salió y entró corriendo del escenario no recuerdo cuantas veces, porque se sentía a gusto y nos hizo sentirnos a todos igual y hasta nos hizo pensar que la noche, la madrugada, no tendría final. Posiblemente cada uno de los 6000 presentes echamos en falta una canción, la noche podría haber sido perfecta con “Chelsea Hotel #2”, pero odio la perfección, mejor así, sigue siendo mi favorita y sé que la guardó para una próxima ocasión.

Si algún día tengo nietos a quien contar esta historia espero que siga vigente blogger.com (para que puedan leer lo aquí escrito), porque de no ser así me veo con 60 años contando: – “Un buen día de septiembre el abuelo se fue al cielo para luego volver......”

miércoles, 23 de junio de 2010

Nuevo álbum de Leonard Cohen para 2011

Ha sido encender el ordenador esta noche y encontrarme con que Leonard Cohen tiene ya medio cocinado su próximo trabajo. La Land tiene la primicia y, a tenor de las posteriores indagaciones, el álbum que verá la luz ya entrado 2011 (y que seguramente nos hará olvidar el aluvión de discazos de este 2010) estará conformado por once canciones, tres de las cuales ya se pueden oír y ver en la red:
Lullaby
Feels So Good
The Darkness
Ninguna de ellas nos fue mostrada el pasado 17 de septiembre en el BEC, pero las tres han sido interpretadas y maduradas (con diferentes versiones) a lo largo de la gira que en el pasado año recorrió Europa y los Estados Unidos.

Y una vez más le he dado las gracias a la zorra que se fugó con su dinero y los derechos de sus canciones, a la zorra que hizo posible que después de retirado se echara a la carretera y grabara un álbum como "Live in London", a la zorra que hizo posible que lo vieramos en directo.

“The Darkness” es la menos Cohen de las tres, la más oscura, nos enseña quizás el nuevo camino que está dispuesto a emprender el canadiense con setenta y cinco años cumplidos. Aunque extraoficialmente, fue estrenada en la prueba de sonido previa al concierto del 3 de Agosto en la Plaza de san Marcos en Venecia. Su puesta de largo oficial se demoró hasta el 5 de Noviembre en Nashville.



I caught the darkness baby,
Drinking from your cup,
I caught the darkness baby,
from your little ruby cup.
I said is this contagious?
You said "just drink it up"

I’ve got no future,
I know my days are few
The present’s not that pleasant
just a lot of things to do
I thought the past would last me
but the darkness got there too

I should have seen it coming
it was right behind your eyes
you were young and it was summer
ahhh-I had to take a dive
yeah winning you was easy
but the darkness was the prize

I don’t use no cigerette
and I can’t taste the alcohol
I ain’t had much loving yet
ah but that’s always been your call
ever since the darkness
doesn’t make much sense to me at all

I used to love the rainbow
And I used to love the view
I loved the early morning
and I pretended it was new
but I caught the darkness baby
and I got it worse than you

caught the darkness
drinking from your cup
I caught the darkness
drinking from your cup
I said is this contagious?
you said "just drink it up"

“Feels So Good”, en principio titulada “The Other Blues Song”, fue presentada en público el 29 de Octubre en Chicago.



Feels so good, not to love you like I did.
Feels so good, not to love you like I did.
It’s like they tore away the blindfold and they said, we’re gonna let this prisoner live.
It’s like they tore away the blindfold and they said, we’re gonna let this prisoner live.

Feels so good to wake up in the morning by myself,
Cup of coffee in the kitchen, fire up a little danger to my health.
I got the same old broken heart but now it feels like it belongs to someone else.
I got the same old broken heart but now it feels like it belongs to someone else.

Feels so good not to wonder who you’re with,
who you love, who you touch, who you kiss.
But I just, I guess, got lucky, I just never thought this ugly mood would lift,
I guess I just got lucky ’cause I never thought this ugly mood would lift.

Feels so good, not to love you like I did.
I don’t know why, but it just is.
It’s like they tore away my blindfold and they said, we’re gonna let this prisoner live.
It’s like they tore away my blindfold and they said, we’re gonna let this prisoner live.

“Lullaby” fue estrenada en Austin, el 1 de Abril de 2009, es de suponer que se trata de la primera de las canciones compuestas para el nuevo álbum.



I can’t break the code
of our frozen love.
It’s too late to know
what the password was.
If your heart is torn,
I don’t wonder why.
If the night is long,
here’s my lullaby.
Here’s my lullaby.

Through the tears of lies,
oh, I will come to you.
When our dead arrive,
I will wait there too.
If your heart is torn,
I don’t wonder why.
If the night is long,
here’s my lullaby.
Here’s my lullaby.

In a time of shame,
and we make a stand,
and they call up your name,
we’ll go hand in hand.
If your heart is torn,
I don’t wonder why.
If the night is long,
here’s my lullaby.
Here’s my lullaby.

Juzguen ustedes mismos, yo me froto las manos a la espera del disco que está por llegar.

Gracias Kelley Lynch.

martes, 22 de junio de 2010

Nacho Goberna – Un Bosque de Té Verde

La última vez que vi a Nacho Goberna fue hace casi un año en la FNAC de Bilbao. Recorrí los 70 kilómetros que me separan de la capital de Vizcaya con el objetivo de ver a McEnroe. Los de Getxo, que tenían programada una actuación en dicho comercio, han sacado dos discos maravillosos, posiblemente el grupo que más hondo me ha calado en los últimos tres años. Todavía no he tenido oportunidad de verlos en directo, así que daba por bueno el viaje, aunque sólo fuese por media hora de concierto.

Pero al llegar a la cafetería de la FNAC me encontré con una desagradable sorpresa: McEnroe habían pospuesto su actuación para el día de la música; una pequeña alegría: allí estaba Nacho Goberna; y finalmente, un desengaño: no era él quien sustituiría a McEnroe sino los First Aid kid, desconozco su relación con el grupo, pero allí estaba. Alguien a mi lado pagó su cerveza y la consumición del ex-cantante de La Dama se Esconde. Ante la negativa de éste a aceptar la invitación, el generoso aficionado insistió con un irreplicable: ̶ “He crecido con tu música, es lo menos que puedo hacer, por favor...” Yo no me atreví a tanto y pagué mi cerveza sin más, pero podría haber dicho exactamente lo mismo.
Con dieciséis años flipaba con La Dama se Esconde, letras poéticas, surrealistas, ¡quién no es poético y surrealista a los dieciséis! Algunos seguro que también fuimos patéticos, pero como le diría Leonard Cohen a Janis Joplin, teníamos la música. Yo concretamente tenía una cinta con "Armarios y Camas" a la que di cien mil vueltas y, posteriormente, ya con edad de votar, pero con el mismo o peor juicio que antes, "La Tierra de los Sueños" giraba en mi tocadiscos. Nada volvió a ser igual.

Tras la disolución del grupo, Nacho Goberna tardó casi diez años en decidirse a publicar un álbum en solitario, "Transparente", y ocho después tengo entre mis manos a su sucesor. Dos discos en dieciocho años, ¿a qué se debe tan largo silencio? En palabras del propio autor (en un alarde de honestidad): ̶ “Las canciones hasta que no se sienten no se deben mostrar ni publicar”.
No reniega de su etapa al frente de La Dama se Esconde, y es evidente que tanto los textos como el sonido de su nuevo disco le deben mucho a su pasado, al fin y al cabo, es él, solo o acompañado, es él, más maduro y mejor compositor, pero es él.

"Un bosque de té verde" podría pasar por un álbum conceptual: desde “Un cuento” hasta “Mañana” la historia transcurre en ese bosque, al margen del mundo material, donde muchas de las canciones retoman versos de la anterior dotando al disco de continuidad y, sin embargo, pueden funcionar como singles sin perder un ápice de calidad ni verse resentido su significado. Ha tenido ocho años para sentirlas y nos las muestra cuando han crecido lo suficiente, con letras muy cuidadas, abiertas a la imaginación de quien las escuche, sujetas a mil diferentes interpretaciones, y vestidas de arreglos preciosistas (viento, cuerdas y piano, mucho piano).

Todos tenemos veinte años más que cuando viviamos en la Tierra de los sueños, pero no todos habremos envejecido igual. Nacho Goberna ha madurado, para bien, y ha entregado su mejor obra, sin duda.

miércoles, 16 de junio de 2010

Kula Shaker – Pilgrim’s Progress

Hoy ha vuelto a salir el sol, aunque sólo sea a ratos, lo suficiente para pensar que lo peor ya pasó.
La música ayuda, y lo nuevo de Kula Shaker ha sido el complemento perfecto para el calorcillo del tímido verano al que sólo le faltan seis días por llegar. Estaba esperando el momento adecuado, tan sencillo como que no quería hablar de este disco mientras la lluvia no nos dejara en paz.

Salvando las distancias (que poco o nada tiene que ver un grupo con otro), a Kula Shaker les ha sucedido como a Tindersticks. Tras una separación (mejor sería decir un paréntesis para replantearse ciertas cosas), han vuelto con renovadas fuerzas y las musas de su parte. Ocho años de silencio fueron rotos por “Strangefolk”, uno de los mejores álbumes de 2007 (en mi lista particular) y este “Pilgrim’s Progress”, que verá la luz oficialmente el 28 de junio, confirma que lo apuntado en el anterior trabajo no era un canto de cisne.
Hará las delicias de todos sus fans, pues conserva las señas de identidad del grupo: pop barroco y arreglos psicodélicos, y además el single de presentación es una joya, directa para el recopilatorio de lo mejor del 2010.
Escuchando el disco, el subconsciente te remite a los Kinks del mejor Ray Davies, a los Honeybus de Colin Hare (inevitable no acordarse de ellos cuando nos visitarán en breve: el 17 de Junio en Bilbao), a todos los grupos de NUGGETS (la cajas recopiladas por Rhino) y, por supuesto, a los Beatles que compartieron meditación (y seguramente algo más) con el Maharishi Yogi y volvieron de la India cargados con un sitar.

Con “Peter Pan R.I.P.”, el adelanto que podemos descargar desde su web, Crispian Mills parece querer decirnos que ya no es el niño al que presentaban como el hijo Hayley Mills (conocida actriz protagonista de numerosos films de Disney). Y efectivamente, ha entregado su álbum más maduro, su mejor álbum, donde destacan los medios tiempos (“Ophelia”, “Ruby”), o el crescendo de “All dressed up”, y donde se atreve incluso con “When a Brave needs a Maid”, que se merecería un guión de Sergio Leone al que poner banda sonora.
El video de la canción es también una pequeña maravilla, dirigido por él mismo (de casta le viene al galgo) y rodado en los London Kensington Gardens.

Peter Pan, Rest In Peace.


Nota: Se preguntarán si no habré perdido el juicio. El texto superior fue escrito en la madrugada y les doy mi palabra de que ayer lució el sol en Santoña. Hoy está lloviendo de nuevo con rabia, como si no tuviera intención de dejar de hacerlo en cuarenta días. No importa, yo ya he visto los primeros rayos del verano, y puede caer lo que caiga que a mí esta sensación no me la estropea ni la peor galerna que se haya conocido por estos lares.

domingo, 13 de junio de 2010

Ruper Ordorika. Cruzando fronteras

Mi primer concierto fue U2 + Pretenders + UB40 + Big Audio Dynamite en el estadio Santiago Bernabeu. Dieciséis años me gastaba y, obviando algún circo gratuito patrocinado por el Ayuntamiento, esa fue mi primera vez. Y fue la razón, aparte de discos como “The Joshua Tree”, por la que durante muchos años cuando alguien me citaba a los irlandeses yo me persignaba. Ahora he crecido, creo que algo he madurado y Bono... bueno, mejor no hablamos. Sólo tenía intención de decir que desde 1987 hasta nuestros días no tengo ni la más remota idea, ni por aproximación, de cuantos conciertos habré vivido, pero les aseguro que todavía me pueden sorprender. He conocido salas, pubs, bares, estadios de futbol, velódromos, palacios de deportes, escuelas, casas de cultura, teatros... y el pasado viernes el Hall de la estación marítima de Santander, donde atraca el FERRY. Lo curioso es que el concierto tendría lugar mientras se daba de cenar a los asistentes, todos los cuales ocupábamos asiento en mesas, como en Noche de Fiesta.

No sé si Ruper Ordorika era consciente de dónde lo iban a meter. Lo que sí sé es que yo mismo no era consciente de quién era realmente Ruper Ordorika. Claro que conocía su nombre y que canta en euskera, y... poco más. Estoy harto de ver su cara en las portadas de sus discos mientras rebusco en las tiendas de Bilbao (cualquier día se podrá decir en singular “tienda”), pero nunca había sido consciente de estar escuchando una canción del músico, y me gustaría añadir poeta, de Oñati. Una nueva experiencia, normalmente son mis acompañantes los que no saben del artista que yo les recomiendo, esta vez era yo el que asistiría “virgen”, sin apenas haber escuchado nada del protagonista y sintiendo por primera vez ese placer exclusivo de los no iniciados.

Mal día eligió el vasco para tocar en Santander: por un lado el tiempo, un diluvio que no invitaba precisamente a salir de casa; por otro Micah P. Hinson actuaba en la ciudad y la cobertura mediática (radio y periódicos) era casi exclusiva para el americano, además es infinitamente más cool ver a Hinson que a Ordorika, a ver con qué cara le dices a la tribu que has estado viendo a un cantautor vasco ¡por Dios!; y por último están los prejuicios (el idioma para ser más exactos). Bueno, supongo que quien no vino por ese motivo es el mismo que en el País Vasco hubiera ido sólo por ese motivo.

Y me presenté con la corazonada, aunque bien recomendado, de asistir a un gran concierto. Rodri es un tío de fiar (tiene casi tan buen gusto como yo, y no conozco en el mundo a nadie con mejor gusto que yo) y me había dado tres pistas: – “Es incondicional de Bob Dylan y te puede recordar al maestro en su etapa “Oh Mercy” - “Time Out of Mind” (el de las producciones de Lanois), le encanta Richard Thompson y estuvo conmigo viendo a Joe Henry en Mondragón”. A mí me hubiera bastado una sola, pero si a esas tres le añadimos que se trae una banda de rock y que el batería, un tal Hasier es una bomba... no había más que hablar.

Entré un poco desorientado, el hall de la estación marítima era lugar desconocido por mí, no sabía si dirigirme a la derecha o hacia a la izquierda, a la izquierda no, porque estaba lleno de mesas con gente cenando, así que me encaminé a la derecha, hasta que un camarero me indicó que el concierto era justo en el lado contario, que tomara asiento y si quería beber cualquier cosa me lo acercaba con algo de picar. Me abrí paso entre solomillos con patatas y me senté junto al escenario, en una mesa de rojo mantel y vela en el centro, copa de vino en mano y patatas fritas en un platillo. No es mal invento lo de cenar mientras escuchas buena música, pero no sé qué tal le puede sentar a un músico que la gente esté más pendiente de cortar el filete que de tus canciones.
Había más público de lo que mis pesimistas, y pésimos, presagios me indicaron, era de lo más variopinto y de cierta edad. Me hizo sentir diferente, mucho más que otras veces, no pude reconocer a nadie de otras citas (es inevitable cuando somos media docena los que solemos repetir), el viernes Micah arrastró a las caras que todavía no tienen nombre, pero que suelen ser mi compañía de aventuras musicales, hasta que tomaron asiento junto a mí (en realidad en la mesa de al lado) dos ángeles que también ocuparon la primera fila el día de Amigos Imaginarios en el Café de las Artes.

Puntualmente, subieron al escenario Ruper Ordorika, de negro riguroso, de clase apabullante, y sus Mugalaris (para el desconocedor de la lengua vasca, Muga significa frontera), y como explicó el cantante, sus músicos son como una ONG cuya misión es la de ayudar a sus canciones a cruzar fronteras. Como bien sabrá el propio Ruper, las fronteras que más cuesta traspasar son aquellas donde no hay aduanas, y de hecho bromeó, y presumió, con sus próximos conciertos en Berlín y Chequia y que siendo vecinos, en Santander apenas ha tocado unas pocas veces. Se acordó de sus amigos cántabros, algunos presentes en el Hall, y recordó sus actuaciones en el Ave Turuta de Torrelavega y en el Up de la capital, hace muchos, muchos años.

“Martín Larralde” fue la primera de la noche, y también mi bautismo en materia Ordorika. Son muchos años de conciertos, son muchas horas bajo el escenario y uno cree reconocer a un artista de verdad, el viernes tenía frente a mí a uno de los grandes, mi espalda es mi mejor indicador y ese escalofrío no me lo arranca cualquiera, desde las lumbares hasta las meninges, duró lo que duró la canción. Mis circunstancias me habían predispuesto a la emoción, pero les aseguro que con los dedos de la mano puedo contar los artistas que antes me hayan producido esa sensación: Leonard Cohen, Patti Smith, The Waterboys, Elliott Murphy, Tindersticks... Bienvenido al club, Ruper Ordorika.
No era ni el mejor día, ni mucho menos el lugar, aquello por momentos parecía (ya que estábamos en la estación del Ferry) la sala de fiestas de vacaciones en el mar: gente cenando frente a los músicos; en la primera fila tres señoras de cierta edad, la más joven de las cuales dio unas cabezadas terribles, eso sí, se despertaba siempre a tiempo para aplaudir al final de cada canción (el vino y una cena opípara tienen esas cosas...); y el ángel de penetrantes ojos negros , el mismo que en el Café de las Artes guardó el debido respeto, se puso a hablar por teléfono, ¡a un metro de los músicos!, Arkaitz Miner (a la guitarra, mandolina y violín) estuvo a punto de matarla con la mirada, ¡impertinente niña tonta!, que vas de conciertos y te las darás de guay, tenías delante a nuestro Johnny Cash, a Dylan, a Thompson, a Sexsmith, a Lanois... y no lo supiste apreciar.

La banda, ¡impresionante! No estaba el lugar para hacer alardes pero sonaron delicados y contundentes cuando lo tuvieron que ser (mira tú por donde el sonido era muy bueno). Y también uno se da cuenta cuando los músicos no son unos meros comparsas, unos vulgares mercenarios, porque el sentimiento con que hacían los coros y la pasión con la que sentían las canciones tampoco es muy habitual. Y no era ni el momento ni el lugar pero allí había una banda de rock: dos guitarras, bajo y batería, y en ocasiones mandolina o violín. Ni folk, ni canción de autor, ni gaitas, eso es rock y el espíritu era el mismo que sobrevolaba el velódromo de Anoeta cuando vimos a Neil Young. ¿No se lo creen?, ¿que estoy exagerando? Yo por naturaleza soy exagerado, pero a estas alturas les aseguro que no le regalo un adjetivo a nadie, hace tiempo que dejé de dar palmaditas en la espalda, si digo algo (y bien lo sabe mi suegra cuando me pregunta qué tal está la comida) es porque lo siento de verdad. Mejor si no es callar.
Estuvieron casi dos horas encima del escenario y me dejaron con ganas de más. No tengo ni puta idea de euskera, pero la música tiene el poder, y sólo unos pocos autores la magia, de emocionarte aun sin entender. Después de todo, me he pasado muchos años escuchando cantar en inglés y antes de saber qué significaban muchas canciones ya me emocionaba con ellas.

Además, Ruper introdujo alguno de los temas con la traducción al castellano de sus primeros versos. Sin dejar de tocar la guitarra (lo que hace muy bien, por cierto) no hizo más que corroborar que las letras son mucho más que meras canciones, historias de ciudades, de vagabundos, de mirlos negros, de espinas clavadas que no dejan cicatrizar las heridas... Poesía, dura y cruda poesía. No siempre los textos son propios, pero las canciones sí.
“Berandu Dabiltza” fue una de las últimas que interpretaron:

La vida de cada día empezó sin descanso
a derramar cucarachas que parecían carbón
Otis Redding se sentó en el muelle de la bahía
para cantar a los aeroplanos caídos blues band
Las flores de la manzana cogieron fuego
y a mí la nariz me empezó a sangrar
en los servicios públicos de baldosas blancas
mientras leía pornografía...

“Martín Larralde” fue la primera, ̶“Eran tiempos en que a uno lo mandaban a galeras, eran tiempos en los que la gente iba a misa los domingos y rezaba...”

y estos son sus últimos versos:

La gente preparada como para una foto de familia
va a misa con el alma perfumada hasta el empacho...
Nadie deshace el nudo de la memoria
(todo es costumbre, todo es culpa, todo es perdón)
Nadie necesita un bardo
(todo es costumbre, todo es culpa, todo es perdón)
Martin Larralde moría un día como hoy en una prisión,
yacía con los ojos abiertos
diciendo quizás que el cielo es un mar sucio.

Ruper Ordorika ha ganado un fan al otro lado de esa frontera.
Entierren los prejuicios y no se dejen guiar por los dictados talibanes de los que siempre están en posesión de la razón. No se asusten si al buscar la traducción de alguna de sus canciones se encuentran en una página con mensajes de apoyo a ciertos asesinos, es una cruz que muchos artistas que cantan en euskera tienen que soportar.
Simplemente lean esos textos, cierren los ojos y déjense llevar, él es nuestro Bob Dylan, nuestro Johnny Cash, nuestro Tony Joe White, nuestro Man in black.
Y yo casi no sabía de él (o simplemente no quería saber). Es de Oñati y fue uno de los cuatro que fueron a ver a Joe Henry.

En “Hiriak” se acordó de Santander, y ahora viendo el video, les aseguro que en directo gana muchísimo. Otro signo distintivo, hay artistas que con dificultad pueden reproducir lo que los medios del estudio les permiten, hay otros cuyo directo supera con creces sus grabaciones en disco, consiguen que ninguna de sus canciones te suenen igual después de haberlas disfrutado en las distancias cortas. Y aquí también les podría citar algunos: Elliott Murphy, Dayna Kurtz, Marah, Rickie Lee Jones... Bienvenido al club, Ruper Ordorika.
Creo que los rockeros de Santander el pasado viernes se equivocaron de concierto, el ángel de profundos ojos negros también.

P.D. La letra completa de “Martin Larralde” la pueden encontrar en la Land. Un lugar cuyo dueño tiene casi tan buen gusto como yo, y gracias al cual he descubierto al artista motivo de la entrada de hoy y seguro que en el futuro de muchos buenos ratos en compañía de su música. GRACIAS JOSERRA.

sábado, 12 de junio de 2010

Heaven up Here (Someone send a runner...)

Hoy el día no es que haya amanecido gris, es que ha llovido a mares. Y mi estado de ánimo también echa en falta el sol que hace unas semanas era protagonista y motivo de repetidas escuchas del último álbum de Teenage Fanclub.
No obstante, he tomado la decisión de salir a correr. En mi vida nunca había hecho deporte pero desde hace apenas un par de años (tampoco crean que me ha dado de repente como a Forrest Gamp) le he cogido el gustillo a correr, sudar, llegar a ese puntillo de cansancio y placer difícil de explicar (supongo que Atalanta sabe a lo que me refiero). Nunca he participado en competición alguna, nunca he pisado un gimnasio, no me gusta la gente (salvo cuatro que dudo que yo les guste a ellos), así que procuro correr por donde no me tropiece con nadie y el monte de Santoña es perfecto para mis propósitos. El caso es que hoy llovía a mares y a mí se me había metido en la cabeza salir a correr, el monte no es lugar para los días de lluvia (salvo que quieras retozar por el barro) y lo he cambiado por la playa. Con este tiempo Berria es lo más cerca de tocar el cielo que pueda estar a quien le guste sentir como le resbalan las gotas de lluvia mezcladas con sudor y notar en el paladar el agridulce frescor de tan delicioso cóctel.

Contrariamente a lo que muchos podáis imaginar, nunca voy con el iPod enchufado como tantos y tantos corredores que te cruzas por la calle, yo cuando escucho música tengo que sentir cada verso, apreciar cada acorde, y en pleno esfuerzo no te enteras ni de la música ni de nada. Cuando hago ejercicio lo que me gusta es disfrutar de los sonidos que no apreciamos habitualmente, pájaros, árboles agitados por el viento y la brisa, sin más, la que se cuela por donde quiere, a veces sólo por donde la propia montaña le permite. Alguno estará pensando que me paso de empalagoso, qué se le va hacer... Hoy me he dado una buena ración de olas, el rumor del mar sin la muchedumbre dominguera habitual en el verano es una de las razones que me atan a este lugar, y junto al mar la lluvia, ¿sabe alguien a que huele la lluvia en contacto con la arena del mar? Yo no soy capaz de describirlo.
Pues a pesar de ir desprovisto de mp3 o aparatito similar, kilómetro tras kilómetro la banda sonora la he puesto yo. No lo he podido evitar, pero pisar la orilla y ver la inmensa playa, inundada por la incesante lluvia, convertida en un mar de apenas un centímetro de profundidad, ha puesto a funcionar ese reproductor del que no somos dueños y el “Heaven Up Here” ha dado vueltas sin parar.

Heaven Up Here” fue el primer álbum que compré de Echo & The Bunnymen. Me llamaron la atención por la que supongo es su canción más conocida (no hablo de su mejor canción, hablo de su canción más conocida), “Lips like sugar”. Corría el año 1987 y yo no andaba muy boyante económicamente, así que puse en práctica una costumbre que hoy en día todavía me acompaña: descubrir a un grupo por su último trabajo, rebuscar en el cajón de las series medias y, con suerte, cazar una joya por la cuarta parte de precio. Ahora con Internet es otra historia pero les juro que este método siempre me dio buenos resultados.
En unos grandes almacenes los cajones de series medias (vinilos a 500 ptas.) eran mi hábitat natural. Allí estaban “Crocodiles”, “Ocean Rain”, “Porcupine”...hasta que mis manos alzaron “Heaven Up Here”... lo que veía en la foto de Brian Griffin era la playa de Berria en un día de invierno, ¡ese era el disco! Escucharlo por primera vez me hizo sentir lo que muy pocos álbumes han conseguido, y no se trata de calidad, se trata de emoción. Una fuerza interior, una mezcla de no saber si querer gritar o llorar. Y eso sólo lo había sentido antes con “A Pagan Place” de The Waterboys, y eso lo he vuelto a sentir 23 años después con “High Violet”. Hoy ese disco ha vuelto a sonar. Hoy la batería de Pete de Freitas me ha dejado claro que en el año '81 estaba enseñando el camino de la emoción a muchos que han venido después. Hoy lo veo todo con otra perspectiva y escucho en Sergeant la guitarra que luego popularizó The Edge (aunque es posible que ambos hubieran escuchado antes la de Tom Verlaine). Hoy me he dado cuenta que desde The Cure hasta Arcade Fire cientos de bandas han bebido de sus surcos. Hace 23 años de lo único que me daba cuenta es de que este disco me gustaba, me atraía, me hipnotizaba, y de que cada vez que lo ponía en el giradiscos era para escucharlo de principio a fin, siempre lo consideré como el disco de Echo & The Bunnymen, otros tenían canciones, éste era el disco.

ECHO & THE BUNNYMEN - ALL MY COLOURS (1981)


THE NATIONAL – ENGLAND(2010)
Y lo mejor de todo, hoy por fin he llegado a comprender qué diablos quería decir Matt con los tres primeros versos de "England":
Someone send a runner
Through the weather that I'm under
For the feeling that I lost today
Porque corriendo bajo la lluvia he sentido esa sensación, me he sentido parte de la foto de la húmeda playa del sur de Gales donde fue tomada, no sé si seré el runner que alguien tiene que enviar, pero he cazado el sentimiento.

miércoles, 9 de junio de 2010

Ed Harcourt - Lustre

Una reseña en el Rockdelux, muchos años a, unía “Poses” de Rufus Wainwright con “Here be Monsters”, debut discográfico de Ed Harcourt. Corría el año 2001 y mi maldita memoria fotográfica hace que siempre asocie (me temo que de aquí a la eternidad) el uno con el otro. Y lo cierto es que por su aspecto físico, a veces incluso su voz, y el protagonismo del piano en muchas de sus canciones, aun sin haber leído la citada revista, sería fácil relacionarlos.
Eran tiempos en los que se compraban discos por la recomendación de alguien con criterio o de las buenas palabras de una revista especializada (siempre con peor criterio) de la que te fiabas. Y los dos álbumes cayeron, pero el corazón me lo tocó el segundo. Su carrera ha sido desde entonces bastante irregular, los excesos no han ayudado mucho, pero de estos genios siempre se puede esperar que entreguen una obra a la altura y Ed Harcourt ha esperado (¡como no!) al 2010 para entregar su OBRA MAESTRA. ¿Alguien lleva la cuenta?
En palabras de su propio autor: –"Si mi último álbum era un peso muerto, este es una boya. Flota. Trata acerca de la vitalidad, la pasión, que impulsa a seguir adelante y no rendirse".
Ed lo ha debido pasar mal en los últimos cuatro años (la publicación de su último álbum data de 2006), pero se puede adivinar que su vida ha tomado un nuevo rumbo, ha sido padre y el nacimiento de su hijo parece haber sido su propio renacimiento. En “Haywired” puede soltar en el estribillo: –"No es fácil ser feliz y salirte con la tuya" y no sonar amargo, todo lo contrario, y ahí la producción de Ryan Hadlock tiene mucho que ver (–"el más brillante productor con el que haya trabajado"), dotando a las canciones de un brillo pop, a veces incluso épico, que las transforma y llena de optimismo de cara al futuro, por no mencionar que “Do as I say not as I do” es el tema más pop, más radiable, e incluso coreable, que haya publicado nunca.

A colocar junto a “So runs the world away” de Josh Ritter y “Rat a tat tat” de Jason Collett, no muy lejos de “The alphabet of hurricanes” de Tom McRae.

martes, 8 de junio de 2010

Joe Henry, guilty by association

Hacía mucho tiempo que no desayunaba con la radio de fondo. Una costumbre que había perdido porque la radio ya no es lo que era, y no se trata de pensar que todo tiempo pasado fuera mejor (mecanismo de defensa de nuestra mente para hacernos más felices recordando nuestro pasado), es que en el caso de la radio (yo suelo escuchar Radio 3) es cierto, pero de vez en cuando... Y como si estuviera predestinado a ello, Joe Henry ha sido el protagonista de la mañana, le han entrevistado y se ha marcado tres canciones en directo que me han puesto la carne de gallina. Si a través de las ondas es capaz de eso, imagínense en directo. Muchos de los que el año pasado se pegaron para conseguir una entrada que les permitiera salir en la foto del concierto de Tom Waits en el Kursaal donostiarra sólo se lo podrán imaginar, porque no mucho tiempo después, y a menos de una hora de camino en coche, Joe Henry en Mondragón no actuó precisamente en lor de multitudes. ¡Gilipollas! Que sois los mismos que os pasáis la noche al raso para ver a Bruce Springsteen y no sabéis quién es Elliott Murphy, los que flipasteis de la muerte con Madeleine Peyroux y no acabáis de llenar una pequeña sala con Dayna Kurtz, los que habláis en la barra del bar mientras Rickie Lee Jones se enfada por falta de respeto, y deberíais presinaros antes de cada canción. ¡Gilipollas!

Se me va la olla, y mi intención era hablar de Joe Henry. Son más de tres meses los que lleva abierto este garito y todavía no he hablado ni de Joe Henry, ni de Elliott Murphy, ni de The Waterboys, ni de Leonard Cohen. Necesito una excusa, una coartada que justifique el post. En el caso de Henry ya estaba manos a la obra, pues la próxima visita de Bettye Lavette (a quien produjo el fabuloso “I've Got My Own Hell to Raise”) me lo ponía en bandeja, pero su escucha matinal me empuja definitivamente a que de hoy no pase.

Tuve la oportunidad de verlo en directo hace dos años en Santander. ¡Qué conciertazo! ¡Qué clase! ¡Que musicazos! Batería y contrabajo, no hacía falta más, ni menos, ¡qué batería! Era una actuación gratuita, dentro del programa cultural de la Universidad de Cantabria, las invitaciones se agotaron en horas (sangre, sudor y lágrimas me costó conseguir las mías y le tengo que dar mil gracias al ángel que me atendió al teléfono, cuando ya agotadas éstas, me consiguió tres ante mi insistencia) Pero a la hora de la verdad, la sala estaba medio llena. Vamos, que al ser gratis, hubo quién recogió la invitación pero como llovía, esa noche prefirió salvame deluxe. ¡Gilipollas!
Y fue un conciertazo, breve pero intenso. Repasó todas sus facetas, a la guitarra o al piano, tocó jazz, country, blues, folk, tango y rock. Nos emocionó con su particular voz e hizo gala de su sentido del humor, se extrañó de que conociésemos a Mavis Staples (a quien también ha producido) y presumió de cuñada. Disfrutamos infinitamente.

Como músico, yo no puedo evitar darme todas las semanas un atracón de “Civilians” y otro de “Scar”, pero toda su discografía es una sucesión de joyas, desde “Talk of Heaven” (1986) hasta “Blood from the stars” (2009). Cada álbum es diferente (y casi siempre mejor). Y como productor: Bettye Lavette, Elvis Costello & Allen Toussaint, Mary Gauthier, Mavis Staples, Solomon Burke, Ramblin’ Jack Elliott, Teddy Thompson, Aimee Mann y, este mismo año, Mose Allison. Cada artista que pasa por sus manos, y da igual si hace diez años que no publica un disco o que tenga más de 80 en su DNI, cada artista que pasa por sus manos entrega una maravilla como resultado del encuentro.

Y con este curriculum, ya tiene que ser jodido que se acuerden de ti por ser el cuñado de Madonna. Ya tiene que ser jodido componer “Stop” y no comerte un rosco, que tu cuñada la retitule “Don’t tell me” y se coma el mundo... Por cierto, con ella sólo una vez tuvo relación incestuosa, se trataba de ayudar a un amigo, Vic Chesnutt (cuyos gastos en medicinas eran muy superiores a los ingresos generados por sus canciones), y se grabaron un duo: "Guilty by association" para el álbum "Sweet Relief II: Gravity of the Situation". Bueno, a él no parece importarle, yo mismo estoy cayendo en la trampa, la prensa amarilla vende mucho...

Sólo quería dejar constancia de que Joe Henry es uno de los nuestros.



P.D. Y ha conseguido que ponga un video de Madonna en el Blog

lunes, 7 de junio de 2010

Painted Hills


Hoy domingo, en realidad ya lunes de madrugada, voy a hablar del descubrimiento de este fin de semana, y se lo debo a un programa de radio: HOTEL ARIZONA en Radio Enlace. ¡Lo qué me faltaba! Toparme con un programa que semana tras semana me descubre tres o cuatro nuevos artistas, al menos, desconocidos para mí. La semana pasada fueron Peasant, hace dos Dolorean, y ésta Painted Hills. ¿Crisis?... Ésto es lo que a medio plazo puede suponer mi ruina.
Los Painted Hills son un nuevo grupo procedente de la Sierra Madre, California y, como no podría ser de otra forma, su música hará las delicias de todo el que esconda a un hippy dentro de sí, pop psicodélico, el rock cósmico inventado por Gram Parsons emponzoñado por mil influencias de los 60, los 70, los 80 y hasta los 90.
Y no podría ser de otra forma, no sólo por la procedencia del grupo, sino porque tampoco se trata de unos recién llegados. En realidad Painted Hills son el proyecto personal de Josh Schwartz, miembro de Beachwood Sparks y The Tyde, y con esas credenciales nos entrega un álbum lleno de irresistibles melodías, que bebe tanto del paisley underground de los 80 (Rain Parade, The Dream Syndicate) como de la psicodelia de los 60 y del power pop de Big Star y los actuales Teenage Fanclub.
Y podríamos seguir citando nombres, yo cierro los ojos y pienso en un puñado, muchos actuales y otros no tanto: The Shins, Jonny Kaplan, Matthew Sweet, Rich Hopkins, Buffalo Springfield y, por supuesto, los propios Beachwood Sparks, hasta que le llega el turno a la guitarra solista y te acuerdas sin remedio de Neil Young, es más, te preguntas si no será el propio canadiense el que interpreta esos solos empapados de ácido y electricidad.

No hay videos del grupo colgados en la red, así que a los más curiosos les remito a su MySpace y aprovecho la ocasión para acordarme de ese grupo maravilloso que fueron los Beachwood Sparks. (Suban el volumen, merece la pena)

Estamos en primavera y posiblemente la música no tenga nada que ver, pero el día ha amanecido triste, nublado, apagado. Teenage Fanclub, Painted Hills y Beachwood Sparks han sido mi "playlist" particular. Os juro que finalmente ha salido el sol.

P.D. Los Cds de los Beachwood (los dos que publicaron) se pueden conseguir por 5 ó 6 € casi en cualquier tienda o centro comercial. ¿Quién dijo crisis?

sábado, 5 de junio de 2010

Gavin Clark & The Leisure Society

En esta vida todo está conectado (en la blosfera y en el mundo real). A veces, simplemente se trata de que se necesita una excusa para afrontar ciertos temas, y otras de que los temas estaban conectados entre sí antes de que nosotros supiéramos de su existencia, y ese parece ser el caso.

Últimamente andaba yo dándole vueltas al debut de The Leisure Society, un grupo al que descubrí muy avanzado el año, motivo por el cual, al igual que les sucediera a Mumford & Sons o a Jon Allen y otros muchos, se quedaron fuera de mis listas particulares y de esos recopilatorios de los que me siento tan orgulloso como si yo mismo hubiera compuesto las canciones incluidas.
Hoy la Land dedica una entrada al grupo londinense con residencia en Brighton, gracias a una recomendación de Anónimo E, y a mí me ha provocado a escribir esta historia que llevaba tiempo tentado de publicar.
Hace poco más de un par de semanas, el cartero me hizo entrega de la edición doble de “The Sleeper” (el álbum original más el jugoso añadido de un EP con singles, b-sides y versiones). Su escucha, haciendo honor al nombre de la banda, es un absoluto placer para los oídos.
Lo cargué en mi reproductor de Mp3 (lo siento por los puristas) y me ha acompañado en mi deambular por las calles estos últimos días. En dicho reproductor, tras mi última adquisición, se puede escuchar “Crazy on the weekend” de Sunhouse.
¿Casualidad? - No.
Hace tiempo leí en alguna parte que Gavin Clark (líder de Sunhouse) estaba colaborando con Nick Hemming y Christian Hardy (The Leisure Society). Así que cargué un álbum detrás del otro, a ver que pasaba. Y pasó lo que tenía que pasar: El folk de cámara, el POP con mayúsculas, de cuidados arreglos y deliciosas armonías vocales de The Leisure Society, resulta el complemento perfecto a esa “buried treasure” que es “Crazy on the weekend”.



¿Pero, que hay de cierto en la leída colaboración? Pues no ha sido hasta que “La Sociedad del Placer” me han calado hondo, que no he buscado la verdad (Y no he salido de dudas, pero he descubierto que todo está conectado).

En su día Joserra, a través de la Land, nos puso sobre la pista de que Sunhouse existieron allá por 1997. No quisieron pasar vivos de 1998, pero nos dejaron un álbum, olvidado por su propia discográfica y amado por todo el que ha tenido la oportunidad de acercarse a sus once canciones. El “descubrimiento” propició una entrada en este blog relativa al grupo y, sobre todo, a las aventuras posteriores de su lider, Gavin Clark. Entonces pudimos saber que los caminos de Clark y del director de cine Shane Meadows se han cruzado en más de una ocasión. Así es como el propio director narraba su primer encuentro:
“- La primera vez que vi a Gavin fue en Alton Towers hacia finales de 1989. Él estaba trabajando en un garito de comida rápida y yo estaba dibujando rostros con Paul Fraser (guionista y también director de cine). Gavin había llegado al norte procedente de Maidstone con su futura esposa, Judy, que por entonces estaba embarazada de 6 meses y estaban viviendo en una caravana cerca de Alton.
En esa época yo estaba en una banda con Paddy (posteriormente actor, presente en varios films de Meadows) llamada SHE TALKS TO ANGELS, creíamos que sonábamos como la mejor banda de todos los tiempos y conquistaríamos el mundo a principios de los 90, pero entonces un día escuché a Gavin cantando una canción y eso cambió mi vida para siempre...”


El tiempo ha deparado diferentes destinos para los protagonistas de esta historia:
- Shane Meadows. Reconocido director de cine independiente en las islas británicas. Quizás la película que le ha reportado más popularidad sea “This is England” (mejor película inglesa de 2007).
- Paddy Considine. Actor. Entre otros papeles, le pudimos ver haciendo de manager de Joy Division en “24 hour party people” y también en “This is England”.
- Gavin Clark. Terminó formando Sunhouse casi para hacer la banda sonora del debut cinematográfico de Meadows. Desde entonces el realizador británico cuenta siempre con sus canciones para poner fondo sonoro a cada película que estrena.
- Y falta un cuarto personaje, no nombrado en la historia pero miembro fundamental del grupo She Talks To Angels, su guitarrista, un tal Nick Hemming. La mitad de la formación decidió cambiar la música por el cine, Hemming, sin embargo, siguió adelante y al igual que Gavin, y también con diferentes nombres, ha colaborado con Meadows aportando canciones para sus películas.
Tiempo después Nick Hemming y su compañero de piso en Londres, Christian Hardy, se fueron a Brighton, contactaron con un colectivo de músicos y dieron forma definitiva a The Leisure Society. Su disco de debut ha sido una maravilla, esperemos que no les ocurra lo mismo que en su día a Sunhouse.

La conexión está ahí, Shane Meadows está en el epicentro, posiblemente habrán tocado juntos en más de una ocasión (“- dime con quién andas...”), y no sería descabellado pensar en una colaboración entre Gavin Clark y The Leisure Society.

El resto de la historia ya lo conocen: ...Yo paseaba por las calles escuchando “The Sleeper” en mi Mp3 mientras Joserra escribía sobre el grupo de Brighton...


P.D. Hablando de conexiones, después de escribir este texto he visitado el MySpace de Gavin Clark y me he encontrado como primera canción de su reproductor una actuación en directo junto a Rocky Votolato, ¿se acuerdan? No hace tanto tiempo.
Además, a tenor de lo que se puede deducir de los mensajes de la gente (ya que Ted Barnes se ha chivado), hay un álbum grabado por Gavin (con el mecenazgo de Shane Meadows) que verá la luz cualquier día de estos.
La historia creo que merece contarse y así es como lo hace el propio director en su web:
“... La idea surgió hace apenas unas semanas, cuando me tropecé con Gavin después de la gira de Clayhill como teloneros de Beth Orton por USA y lo encontré buscando en las páginas amarillas un trabajo como repartidor de pizzas. Su compañía discográfica había quebrado después del último álbum publicado y había abandonado a la banda esa misma mañana. La idea de Gav repartiendo pizzas a los 37 años me hizo vomitar, así que me puse en contacto con Mark (mi productor) para tratar la posibilidad de conseguir el dinero suficiente para hacer un álbum y un corto que pudieran dar a conocer a Gav a una audiencia mayor, con la esperanza de lanzarlo hacia una nueva etapa en solitario...”. (www.shanemeadows.co.uk)

viernes, 4 de junio de 2010

Josh Ritter – The Curse

Hace apenas cuatro días, recibí un email de www.joshritter.com, en el que se me invitaba a ver la “premier” del último video del músico de Brooklyn.

“The Curse” fue la canción que propició el nacimiento de "So runs the world away". Como ya comenté en la entrada dedicada al álbum, Josh Ritter estaba viviendo un periodo oscuro en el que se sentía incapaz de escribir, incapaz de componer, hasta que apareció “The Curse”: “...Entonces una noche, tumbado despierto y mirando al techo, acompañado por el sonido de los taxis y camiones de la basura que subía desde la calle a través de nuestra ventana, una historia vino a mi. No fue sólo un verso, era una historia completa, lista para ser escrita, como caída de un manzano sobre mi insomne cabeza. Trataba, curiosamente, sobre una momia y su maligna historia de amor con una arqueóloga. Me levanté y lo escribí en el baño, sentado en el borde de la bañera. Pensé que la historia era desalmada y tensa y triste y divertida. Después ya no pude dejar de escribir...”

Un vals precioso en el que se narra como surge el amor, el viaje en barco a New York, su estancia en un museo, e incluso, una gira alrededor de la nación. Mientras, ella envejece, convirtiéndose en un trapo que se arrastra tras él, hasta que su seco corazón deja de latir.
Al principio no había entendido su significado, luego caí en la cuenta de por qué se trataba de un amor maligno, en que consistía THE CURSE (la maldición):

Long ago in the ship she asked, "Why pyramids?"
He said, "Think of them as an immense invitation"
She asked, "Are you cursed?" He said, "I think that I'm cured"
Then he kissed her and hoped that she'd forget that question

Hace mucho tiempo, en el barco, ella le preguntó, "¿Por qué las pirámides?"
Él dijo: "Piensa en ellas como una inmensa invitación"
Ella le preguntó: "¿Estas maldito?" Él dijo: "Creo que estoy curado"
Después la besó con la esperanza de que se olvidaría de la cuestión


Él rejuvenecía, mejoraba físicamente, en la misma medida en que ella envejecía. Y sin embargo, no deja de ser una tierna historia de amor: ella parece consciente de la maldición y él, a pesar de amarla de verdad, no puede evitar arrebatarle su juventud.

El creador de esta maravilla es Liam Hurley, el batería de su propio grupo, que compagina sus labores como músico con las de titiritero, una pequeña obra de arte que se merece que retomemos el álbum del neoyorquino.


The Curse
He opens his eyes falls I love at first sight
With the girl in the doorway
What beautiful lines and how full of life
After thousands of years what a face to wake up to
He holds back a sigh as she touches his arm
She dusts off the bed where 'til now he's been sleeping
And under miles of stone, the dried fig of his heart
Under scarab and bone starts back to it's beating

She carries him home in a beautiful boat
He watches the sea from a porthole in stowage
He can hear all she says as she sits by his bed
And one day his lips answer her in her own language
The days quickly pass he loves making her laugh
The first time he moves it's her hair that he touches
She asks, "Are you cursed?" He says, "I think that I'm cured"
Then he talks of the Nile and the girls in bulrushes

In New York he is laid in a glass covered case
He pretends he is dead people crowd round to see him
But each night she comes round and the two wander down
The hall of the tomb that she calls a museum
Often he stops to rest but then less and less
Then it's her that looks tired staying up asking questions
He learns how to read from the papers that she
Is writing about him and he makes corrections

It's his face on her book more and more come to look
Families from Iowa, upper west siders
Then one day it's too much he decides to get up
And as chaos ensues he walks outside to find her
She's using a cane and her face looks to pale
But she's happy to see him as they walk he supports her
She asks, "Are you cursed?" but his answer's obscured
In a sandstorm of flashbulbs and rowdy reporters

Such reanimation the two tour the nation
He gets out of limos he meets other women
He speaks of her fondly their nights in the museum
But she's just one more rag now he's dragging behind him
She stops going out she just lies there in bed
In hotels in whatever towns they are speaking
Then her face starts to set and her hands start to fold
And one day the dried fig of her heart stops it's beating

Long ago in the ship she asked, "Why pyramids?"
He said, "Think of them as an immense invitation"
She asked, "Are you cursed?" He said, "I think that I'm cured"
Then he kissed her and hoped that she'd forget that question