miércoles, 27 de octubre de 2010

Richard James – We went Riding

Esta va a ser la última entrada que escriba en una temporada. No, No, No, No me retiro ni para descansar. Mientras esto sea gratis, aunque no me lea nadie (para eso soy yo mi mejor lector) seguiré usando Blogger, para contarme qué tal fue el concierto de ayer o el último disco que me tocó el corazón.
Me dejo mil cosas que no sé como ni cuando compartir: Los discos de Doug Paisley, Ben Weaver, The Duke & The King, Robyn Hitchcock, Kelly Stoltz, Edwyn Collins, Darker my love... Los conciertos de The Kill Devil Hills, Swell Season, el de John Hiatt que está por llegar... Mi encuentro con Ruper Ordorika y la inevitable sensación de que te has tomado una caña con una estrella de verdad, con un músico que no se cree más que la gente de su alrededor y de quien una vez que escuchas un disco (y se puede empezar por el último que es UNA PUTA OBRA MAESTRA, o rescatar los primeros, que no han perdido un ápice de vigencia 30 años después) te enganchas como en su día te colgaste de Elliott Murphy o de The Waterboys. No exagero, no regalo adjetivos, quien me conoce lo sabe...
Las circunstancias... razones personales que no voy a contar porque este es un blog musical, aunque a veces... Serán sólo quince días, un mes, no creo que mucho más.

Y no quería decir hasta luego sin hablar de un disco. ¿Otra Puta Obra Maestra? Sólo un pequeño placer.

Richard James – We went Riding
Suele ser habitual que cuando una banda de éxito, aunque sea relativo, se disuelve, los miembros de la misma emprendan carreras en solitario que arrastran a los seguidores del grupo primigenio. Pero también suele ser habitual que los resultados disten de los logros alcanzados cuando todos aunaban sus fuerzas.
El protagonista de la excepción, esta vez (joder! la vida está llena de excepciones), es el bajista de los Gorky’s Zygotic Mynci. Como si de los Beatles se trataran, cada uno de sus miembros, con mayor o menor fortuna, con más o menos talento si así lo prefieren, han emprendido provechosas carreras en solitario que a muchos de sus seguidores nos han hecho olvidar (sólo en parte) las genialidades propias de los galeses: Euros Childs, John Lawrence y Richard James, el responsable de uno de los mejores discos en lo que va de año. ¡Venga que eso ya lo he oído antes!, exclamaréis muchos de vosotros. Bueno, es así como lo siento; el tiempo y las nuevas publicaciones van desplazando a unos en favor de otros y, en ocasiones, las repetidas escuchas de los primeros les hacen escalar posiciones en esa imaginaria clasificación. Es por ello que cuanto más avanza el año, más difícil es que un disco te llame la atención y “We Went Riding” lo ha conseguido.

El álbum comienza con una maravilla acústica, “Aveline”, para estallar posteriormente con “When You See Me”, primer single y la canción que más llama la atención en una primera escucha; no se olvida del todo de la psicodelia (“Faces”), pero en general el disco es mucho más terrenal de a lo que los Gorky’s nos tenían acostumbrados.
En su corazón sigue habiendo un hueco para el folk galés (“Yes, Her Smile’s like a Rose”), se deja seducir por los aromas del country con la incorporación del banjo y el pedal steel (“We went Riding”, “Waiting Road”), pero sobre todo destacan los medios tiempos cercanos a la perfecta canción pop que siguen persiguiendo los Belle & Sebastian y que casi atrapa en “You Stop The Rain”. El disco crece surco a surco y aumenta en emoción con la ayuda de una sección de cuerda (“Said I’d Leave”) hasta que cuando parece que todo acabará como empezó, con otra maravilla acústica de título “Take me Home”, le cede el testigo a Cate Le Bon para que su voz sirva de despedida con “From Morning Sunshine”, precioso final para uno de los discos más bellos de los publicados en el 2010.

Un álbum que gustará a los fans de los Gorky’s Zygotic Mynci, como si Richard se hubiera quedado para sí el espíritu de la banda, y que también hará las delicias de los que no lo eran por considerarles demasiado “extraños”. Como con la intención de decirles a las nuevas generaciones, al nuevo movimiento surgido alrededor de Londres (Laura Marling, Johnny Flynn, Fionn Reagan, Mumford & Sons...): - "Yo estaba aquí mucho antes que vosotros, ahí os dejo esto".

Como George Harrison entre los cuatro de Liverpool, en segundo plano pero fundamental en el sonido de la banda, aportando un par de joyas a cada disco de los galeses y que, ahora, dueño de su destino, pero con la ayuda de miembros de su anterior grupo, se ha destapado como un gran compositor. Seguramente en el resultado final hayan tenido mucho que ver los músicos que han participado en la grabación del álbum y puede que ahí radique la diferencia fundamental con su anterior trabajo, el muy recomendable “The Seven Sleepers Den”, de un tono más melancólicamente homogéneo:

Siôn Glyn, Cate Le Bon (fantástica en los coros y como solista), Rhodri Viney (pedal steel) y, sobre todo, Euros Childs (ex-compañero en Gorky’s) que contribuye con coros a lo largo del disco y junto al cual logran capturar la mágia que caracterizaba las grabaciones de su anterior grupo.

La impresión final es la de una reunión de amigos que, con el pretexto de la música, han sido capaces de transmitir el placer que se siente al tocarla. Y eso es muy muy difícil. Habrá quien lo llame talento, inspiración, en realidad se trata de un don y Richard James lo tiene.

Puro placer.

lunes, 18 de octubre de 2010

18 de octubre. En Otoño

Desde un lejano y adolescente 1988 los Surfin’ Bichos se convirtieron en mi grupo. Siempre me identifiqué con sus letras, porque siempre quise mirar más allá de las palabras, de esas cosas que te hacen sentir diferente, mirarte al ombligo y pensar que tienes más sensibilidad que los demás.

Han pasado más de veinte años y algunas de sus canciones siguen estando ahí. Se adelantaron a su tiempo, cantaban en castellano y Fernando Alfaro escribía como un poeta, desencantado de Dios y de los hombres. Ahora ya nada es igual, mi mundo está lleno de mil diferentes músicas, mi mundo ya no es sólo el mío ni lo comparto con Alfaro como antes, pero ahora es otoño y ahora igual que hace veinte años esta canción me sigue dando escalofríos. Sigo siendo un “perro feliz” y sensible.

Suelto mis palabras
polillas en la casa vacía sin ti,
solo digo
para el que lo quiera,
lo quiera oír
que ahora mismo puedo escuchar
con un vuelvo de mi corazón
el sonido de cada hoja desprendiéndose de la luz
en otoño
en otoño
en otoño

Algunas veces
en que uno es igual a cero y no más,
es cuando me acuerdo
de ti, de mi vacío y de tu voz,
porque ahora mismo puedo escuchar
cada latido de mi corazón
como el ritmo de una canción
que nunca empieza a sonar
en otoño
en otoño
en otoño

Ven y dime
si al menos tengo en tu mente un lugar pequeñito,
ven a mi lado
porque ahora siento que podría no haber nacido,
porque ahora mismo puedo escuchar
el rugido de las aves
y ver al hombre que nace viejo
y muere en el vientre de su madre
en otoño
en otoño
en otoño

Poco a poco la casa se ha ido
quedando sin luz,
me pregunto
que estarás haciendo en este momento tú,
todos se han ido
y en la casa vacía me he quedado yo,
miro por la ventana
a veces eso ayuda y a veces no,
hoy no he parado de deambular
por la casa ya sin amueblar
y en cada rincón he podido ver
dedos señalándome
en otoño

GRACIAS Alma. Muchas veces necesitamos de alguien que nos recuerde las cosas que apreciamos de verdad.

sábado, 16 de octubre de 2010

Hautsi da Anphora & Ni ez naiz noruegako errege. La conexión entre Josh Rouse y Mike Farris: Ruper Ordorika

..
En la misa góspel del lunes, Mike Farris, quizá gracias a las endorfinas liberadas por su propia excitación o quizá haciendo uso de sustancias ilegales que, de ser así, deberían repartir en las puertas de todas las iglesias (y mucho mejor que les iría) nos hizo sentir cerca, muy cerca de la salvación. El incienso fue sustituido por efluvios de cannabis, justo tras de mí, parecía estar quemándose el botafumeiro de nuestra catedral particular, lo que unido al cansancio acumulado por la falta de sueño y días de poco comer, pusieron en serio peligro el regreso de una pieza a mi Santoña natal.
Y el bolo estuvo bien, muy bien. Como apuntaba Joserra no estamos acostumbrados por estos lares a la entrega de Mike Farris y su banda, The Roseland Rhythm Revue, y les juro que si se hubiera dado el caso me hubiera animado incluso a comulgar. Escondido tras la estética de Gram Parsons en su época de colega de Keith Richards, tras unas gafas que nos privaron de ver el tamaño de sus pupilas, pálido, desmejorado y desatado, Mike era sólo la voz más negra que se haya paseado por Bilbao, la cara de una banda cuyo teclista era el verdadero conductor, al piano o al órgano, manejó y guió a su antojo a Farris, a los músicos y a las McCrary sisters, que parecían madre e hija y que se pasaron el concierto haciendo el amor, con Mike, con Dios y con todos los presentes. Te lo creías porque tras el aparente circo en que peligrosamente estuvo a punto de convertirse la actuación, había una negra a la que le sangraban las manos de aporrear su pandereta, unos músicos como no se tiene la costumbre de disfrutar (el bajista, Foy Vance, también nos demostró que sabe cantar con “Make it Rain”, en la que un generoso Mike le cedió el protagonismo) y un cantante, pálido, desatado, de alma negra y de pies y manos inquietos que era incapaz de controlar.

Y pese a todo, lo mejor, ya en los bises: Mike solo con su red guitar. “Gypsy Lullaby”, su voz, su voz, solo, con su guitarra. Ahí sí, ahí me arranco el escalofrío que se resistió hasta casi el final. Lo demás fue celebración, fiesta, comunión... y la gente del Antzokia que no se calla ni debajo del agua.

Y no se lo van a creer pero mi intención no era hablar del concierto de Mike Farris, yo lo que quería era contar que dos discos no me abandonan desde hace unos días y no encontraba mejor manera de abordar el tema. El lunes tuve el placer de presenciar en directo un programa de Rock’n’Rodri en EiTB. Allí me comentaron que Mike Farris había estado grabando unos temas para la Jungla Sonora, se me pusieron los dientes largos, pero mucho más cuando por la noche “Gypsy Lullaby” me mostró al Farris real, no al maestro de ceremonias que encandiló a una sala abarrotada de fieles, sino al que con su guitarra te emociona de tú a tú, al Farris que convierte el sermón en oración.
Voy a tener el honor de volver a esos mismos estudios y compartir espacio con Joserra y con Ruper Ordorika, esa es la conexión. Esa y que desde el lunes no he podido escuchar otra cosa más que “Hautsi da Anphora” y “Ni ez naiz noruegako errege”. Los dos discos me fueron entregados en mano en San Sebastián el pasado viernes y fueron lo mejor de una velada (eso y alguna cosa de la que prefiero no hacer publicidad) en la que Josh Rouse provocó división de opiniones y de quien sólo me atrevo a decir que las canciones de su último álbum están hechas para ser disfrutadas en directo, con complicidad, pero que luego no me atreví a charlar con el de Nebraska porque conociéndome le hubiera echado algo en cara (mismamente que me sirviera un kas). Me lo guardo para cuando le veamos con banda, a ser posible en Bilbao, lo prometió.

Me pierdo, me pierdo... A mi regreso a casa, lunes de madrugada, sentí el impulso de escuchar los dos cds con los que me paseé, colgados de mi zurrón, por las calles de Donosti. Y desde entonces, hasta casi cuatro días después... ninguna otra cosa he podido escuchar. Doug Paisley sirvió de transición y The Strange Boys han abierto definitivamente la ventana.

Yo sé que Joserra lo hizo como el heroinómano que no se quiere sentir el único jonki de la ciudad, con la necesidad de hacer pública su adicción, de quien quiere compartir un chute de vez en cuando y no quedarse para sí la posibilidad de disfrutar de las maravillas de un autor que debería trascender mucho más allá de las estúpidas fronteras del idioma, paradójicamente también el motivo de que muchos hayan llegado hasta sus discos.
Recuerdo el concierto que supuso el descubrimiento de su música, verano, en Santander, un escenario no muy propio para un concierto de rock (Ruper Ordorika tiene dentro más rock que muchos melenudos tatuados que presumen de...) y su explicación al respecto de la música y los silencios, los espacios, vips vaporub para el alma. Esa es la sensación, se te abre el pecho y sientes una bocanada que oxigena tu interior, te reconforta, te calma, te emociona y... mucho cuidado con leer la traducción de sus letras. Te acabas por convertir en un adicto y, aunque pruebes otras cosas, irremediablemente volverás, porque sientes la necesidad, la dependencia. No puedes mirar a otro lado, a las cosas bellas no las deberíamos dejar nunca de mirar.

Y lo siento no encuentro ningún video de esos dos primeros discos. Ahora es lo que tengo ganas de volver a escuchar.

MIL GRACIAS JOSERRA!

The Strange Boys - Be Brave

¿Quieren escuchar una canción irresistible?
No se crean que no me ha costado llegar hasta aquí. Dos discos han ocupado estos días la bandeja de mi reproductor, los dos primeros de Ruper Ordorika (GRACIAS, MIL GRACIAS Joserra), y un tercero que se ha colado en el mp3 que me acompaña allá dónde voy, “Constant companion” de Doug Paisley. Y como queriendo romper el estado catatónico y extrañamente placentero en que me tenían sumido, aparecen estos chicos, facturando una música “descacharrada” (yo este término se lo he escuchado al capo de la Land, no sé si en la radio o en persona, pero es perfecto para definir su música), imprecisa, premeditadamente desenfadada, irresistible, amateur, real, rebosante de espíritu, honesta, joven (en el mejor sentido del término, tan insultante como la edad de los miembros del grupo).
El proyecto de los hermanos Sambol y unos cuantos amigos, que han tenido que dejar el instituto para grabar discos, como Bob Dylan (y es que la voz de Ryan suena a Duluth) haciendo garaje en los sótanos de donde salieron las Basement Tapes, pasándoselo en grande y transmitiendo esas buenas vibraciones, casi sin querer, en el resultado final.

O los odias o te enamorarán. Imposible que te dejen indiferente.

Be Brave

miércoles, 13 de octubre de 2010

Amigos Imaginarios – B-sides. 5 versiones imaginativas para un amigo imaginario

La mayoría de las cosas de esta vida que verdaderamente merecen la pena no cuestan dinero. ¿Alguien lo duda? Y no me voy a poner tonto pensando en el amor, en la belleza de una puesta de sol o en la paz que transmite un niño cuando de madrugada hacemos una incursión en su habitación. Me refiero a las pequeñas cosas, a veces regalos, muchas otras sorpresas del destino, gestos, incluso objetos materiales cuyo valor sólo será tal para una persona en particular.

No está lejos la fecha que marca mi próximo cumpleaños. Nunca celebro mi cumpleaños. Me despierto en la mañana y no tengo conciencia de que sea un año mayor que la noche pasada. Pero aunque sólo sea por una vez en la vida... Santi Campos me ha dado envidia. Su banda, sus amigos, le hicieron un regalo de cumpleaños, un detalle que no se compra con dinero, un EP con cinco autoversiones de Amigos Imaginarios en las que Chumi, Sebas, Ester, Charlie y Yuri se encargan, cada uno en una canción, de la voz solista. Para alguno de ellos fue la primera vez como protagonista delante del micro y el resultado... lo pueden escuchar ustedes mismos. Lo de Ester es un escándalo y, por cierto, Yuri Méndez, aunque casi podría decirse que sí, no forma parte de la banda. Él es el líder del proyecto Pájaro Sunrise, a quienes Rickie Lee Jones nos privó de verles como sus teloneros. Caprichos de las divas. Participó en el proceso de grabación del maravilloso “Muñecas Rusas” y ha hecho lo propio en el regalo que nos ocupa.

¿Siguen teniendo dudas acerca de que las cosas que realmente importan no cuestan dinero? Por si acaso, se lo pueden descargar (imposible comprarlo de momento) desde http://amigosimaginarios.bandcamp.com/ junto con otras dos joyas que deberían formar parte de toda discografía que se precie de buen gusto.

<a href="http://amigosimaginarios.bandcamp.com/album/b-sides">B-Sides by Amigos Imaginarios</a>
1. El más listo de aquí (Voz Jesús Montes) 03:28
2. Mi mitad oscura (voz Ester Rodríguez) 03:29
3. Cabos sueltos (voz Charlie Bautista) 04:12
4. De qué sirve (voz Sebastián Giudice) 04:08
5. Muebles nuevos (voz Yuri Méndez) 03:01

Por una vez en la vida a mí también me gustaría tener un regalo de cumpleaños. De los que no cuestan dinero.

martes, 5 de octubre de 2010

I Am Kloot – Sky at Night

A la quinta tiene que ser la vencida. I Am Kloot han publicado su mejor disco, y lo que llevaban 10 años apuntando lo han materializado este 2010 mostrando a John Bramwell como uno de los mejores compositores de las islas, como uno de sus secretos mejor guardados.
Proceden de Manchester y se les incluyó en el “New Acoustic Movement” nacido con el siglo (¿se acuerdan?: Kings of Convenience, Starsailor, Elbow, Turin Brakes...). Nunca tuvieron la suficiente suerte como para que el éxito les sonriera más allá de la repercusión obtenida con el tema “Over my shoulder”, pero, sinceramente, creo que nunca habían entregado una colección de temas de la calidad de su último lanzamiento.

El álbum ha sido producido por Guy Garvey y Craig Potter (ambos miembros de Elbow) y no sé hasta que punto se les puede considerar responsables del giro tomado por la banda: desmarcándose de la corriente en la que en su día fueron incluidos pero sin olvidase de que en un principio estaban las guitarras acústicas y las voces. Otros compañeros de generación como Turin Brakes han preferido emular a Crosby, Stills & Nash o jugar con las armonías vocales de Simon & Garfunkel; I Am Kloot se han fijado en Scott Walker (salvando las distancias vocales) y en Richard Hawley, aunque dejando siempre espacios para Nick Drake. No han tenido reparos en arropar las canciones con arreglos orquestales, que añaden un cariz dramático y convierten a Bramwell en un crooner, con su entrañable voz, ahogada en alcohol pero no lo suficientemente castigada por el tabaco, la voz de un borracho melancólico, irresistible, conmovedor.

No son buenos tiempos para las voces temblorosas: Clayhill arrojaron la toalla y esperamos un álbum de Gavin Clark que no termina de llegar; Ryan Adams parece definitivamente haber perdido el juicio (“Orion” lo evidencia); Willie Nile está viviendo una segunda juventud en busca de un éxito que no termina de llegar; y Ron Sexsmith... la excepción del grupo, la envidia de sus colegas que lo consideran el mejor compositor de canciones sobre la tierra. Este debería ser el año de I Am Kloot, pero tú y yo sabemos que no va a ser así. Entre sus mayores méritos están el haber alcanzado un Nº.38 en las listas y haber publicado cinco discos en cuatro discográficas diferentes. John Bramwell seguirá componiendo canciones con la certeza de que merecen la pena... y con la intuición de que nunca llegará a triunfar.

“Northern skies” abre un disco que con el tiempo nunca tendremos la certeza de su fecha de publicación, nos sumiremos en sus mejores momentos, los más reposados, los más hermosos, canciones como “I Still do”, “Lately”, “The Moon is a Blind Eye” o la nueva lectura de “Proof”, a la que no se le puede permitir pasar otra vez desapercibida, tendremos la sensación de creer ver lo que su título promete: “El cielo en la noche”, un cielo posiblemente estrellado y sereno, y nos preguntaremos por qué no tuvieron mejor suerte. Seguramente nos responderemos: Nick Drake, The Blue Nile o Sunhouse... “Diamonds by the yard”.
Yo tengo fe en que se pueda cambiar ese futuro, al menos, permítanme soñarlo.

When I was a child
I looked up to the sky
thought I saw you and I
in the clouds passing by

When I was a boy
I looked out at the sea
thought I saw you and me
in the waves on a breeze

and I still do
Still do
Still do

When I was a child
I had that look in my eye
I had a will to despise
make destruction my life

and I still do
Still do
Still do

and I still do
I still do
Still do

When I was a boy
I looked out at the sea
thought I saw you and me
in the waves on a breeze

and I still do
I still do
Still do

I still do
Still do
Still do

sábado, 2 de octubre de 2010

ONCE


Y si ayer (esta madrugada) me refería a las canciones como diapositivas de nuestras vidas, hoy lo defiendo respecto a las películas. Como que te pillan en un momento determinado y ya puede venir el señor encargado de poner las estrellitas y poner las que quiera porque las tuyas están clavadas.

Jorge Otero, lider de Stormy Mondays y músico de apoyo de Elliott Murphy, Cindy Bullens o Willie Nile (de cuya banda de directo forma parte en la actualidad) y que ha girado con Jesse Malin o Bruce Springsteen, también tiene su propio blog en el que de vez en cuando cuenta sus vivencias en la carretera, su lucha contra la SGAE, cuelga una fotografía o simplemente comparte con el resto de nosotros gustos y reflexiones.
Con su bagaje, creo que es de fiar si te recomienda una canción, esta vez era una película. ONCE, dirigida por John Carney, en principio bajista de The Frames y ahora director cine y de muchos de los videos de la banda.
En el mundo de la música todo está conectado. A los Frames en mi casa se les quiere mucho, por su música, pero sobre todo porque cuando nadie lo conocía llevaron tras de sí a Josh Ritter, gracias a lo cual el americano goza en Irlanda (donde los Frames son unas auténticas estrellas) del reconocimiento que se merecería tener en el mundo entero. Josh Ritter es una de mis debilidades. De hecho, la conexión continúa y el año pasado Swell Season giraron junto a él, en un tour que les trajo por nuestro país pero lejos de mis dominios.

Para protagonizar la película, John Carney propuso el papel principal a Glen Hansard, el cantante de los Frames, que además se encargó de la composición e interpretación de casi todas las canciones que aparecen en el film, algunas, antiguas piezas de The Frames desnudadas casi por completo. Marketa Irglova, la jovencísima actriz checa, interpreta el papel de una emigrante que se busca la vida en Dublin vendiendo flores y que toca el piano como los ángeles, también es pianista de verdad y aporta dos temas a la banda sonora, los más delicados.
En realidad, se trata de una película donde la música es la verdadera protagonista, y la excusa para desarrollar una historia de fondo que si te pilla con las defensas bajas te deja noqueado.

Cómo sucede tantas veces, la vida supera con creces a la ficción y lo que era un guión aparentemente simple acabó por enredar a los dos protagonistas en una historia verdadera. Así respondió Hansard cuando le preguntaron por la posible relación existente entre él y una joven dieciocho años menor (aunque en la peli no se aprecia tal diferencia): "I had been falling in love with her for a long time, but I kept telling myself she's just a kid". Tocaron juntos, primero para promocionar la película como Glen Hansard & Marketa Irglova, decidieron después esconder sus nombres tras el de Swell Season y así se presentarán el próximo 19 de octubre en San Sebastián. Por ese motivo he vuelto a ver el film, por ese motivo escribo estas palabras. Esta vez me ha pillado con las defensas bajas.

Cuando tomas una decisión
Es inútil intentar cambiarla
Cuando tomas una decisión
Es inútil siquiera hablarlo
Cuando tomas una decisión
Es inútil resistirse

Creo que hay cientos de páginas en la red dedicadas a ONCE. No pretendo ser una más, es sólo que la mayoría de la gente que conozco no sabe de su existencia y esta es mi forma de presentarles una película que todo al que le gusta la música debería ver (a ser posible en versión original).

La mejor medicina

Dos discos me han acompañado durante los últimos días en mi deambular hacia ninguna parte. Me resultaría imposible dedicarles una entrada a cada uno de ellos, soy incapaz de imaginármelos por separado. No se crean que se trata de dos discos similares. Poco tienen en común el uno con el otro, bueno, algo sí. Lo que comparten es un tiempo en el que han caminado conmigo, han sido mi medicina particular.

Defiende Anónimo E que los discos, los artistas, muchas veces se quedan grabados para siempre en nuestras vidas dependiendo del momento en que se nos presenten. Canciones ligadas por siempre a un recuerdo, construyendo discotecas subjetivas, diapositivas de nuestras vidas. Por esa razón mi álbum favorito de Echo & The Bunnymen es “Heaven up here”, y no “Ocean rain” como para el resto de los mortales, “12” siempre será mi primera elección de Elliott Murphy, de Bob Dylan me quedo con “Blood on the tracks”, y podríamos continuar con una lista interminable que no necesariamente coincidiría con la de los eruditos del mundo musical.
Como bien sabe quien de cerca me conoce, no estoy pasando por el mejor momento de mi vida. A estos dos álbumes me los he encontrado en el lugar oportuno y en el momento oportuno para quedarse para siempre.

SIMONE FELICE – Live from a lonely place

El hermano mayor de “The Felice Brothers” fue intervenido a corazón abierto la pasada primavera (cuya cicatriz puede apreciarse en el último video de The Duke & The King). Si para los que tenemos orejas la música puede ser la mejor terapia posible, para quienes tienen el talento de crear canciones, son éstas precisamente las que tienen el poder de exorcizar los malos espíritus. Doce de estas canciones fueron grabadas por Simone Felice en el granero de su casa, convaleciente, sin más apoyo que una guitarra, una harmónica y las fuerzas de quien necesita cantar para no rendirse, con el sentimiento de quien repasa una vida que podría haber perdido.
Casi todos los temas pertenecen al celebrado debut de The Duke & The King y también hay hueco para sus mejores composiciones junto a los Felice Brothers, pero la versión cruda que aquí se nos presenta es estremecedora. Doce canciones en las que el escalofrío no te abandona. Más que un disco, un momento de mi vida.


PHOSPHORESCENT – Here’s to taking it easy



Pero el sol, aunque sólo sea a ratos, siempre acaba por aparecer y la última entrega de Matthew Houck al frente de Phosphorescent ha sido mi luz particular.
Comienza el disco con un tema de country-pop que es capaz de levantarte el ánimo por muy hundido que te creas.

Un tema engañoso (según el propio Matthew, inspirado en una placa de matrícula con la inscripción “es difícil ser modesto cuando eres de Alabama”, que encontró en una tienda de segunda mano) porque lo que viene después es mucho más profundo y poético, una colección de muchísimos quilates donde destacan “The mermaid parade”, con Bob Dylan en el pensamiento, “Los Angeles”, de más de ocho minutos de duración y de la que desearías que no tuviera final, “Heaven sittin’ down”, con un piano maravilloso guiando una canción de la cual los Flying Burrito Brothers estarían orgullosísimos, y “I don’t care if there’s cursing”, tan irresistible que no la puedes dejar de canturrear, que no he podido dejar de canturrear, porque es exactamente lo que me gustaría sentir:
I don't care if you like me, I dont care if you don't
I don't care if you fight me, I don't care if you won't
I don't care if there's lightning, I don't care if there's smoke
I don't care if it's frightening, I don't care if it's jokes
I don't care if it's tomorrow, I don't care if it's at all
I don't care if it's forbidden, I don't care if it's the law
No, no, no I don't

I don't care if it's Darryl, I don't care if it's Steve
I don't care if it's Carol, I don't care if it's Eve
I don't care if it's barrels, I don't care if it's sleeves
I don't care if it's feral, I don't care if it's sitting on my knee
I don't care if it's tomorrow, I don't care if it's at all
I don't care if it's forbidden, I don't care if it's the law
No, no, no I don't

I don't care if there's mercy, I don't care if there's none
I don't care if it hurts me, I don't care if it's fun
I don't care if it's first thing, or if it's altogether shunned
I don't care if there's cursing, I don't care if there's come
I don't care if it's tomorrow, I don't care if it's at all
I don't care if it's forbidden, I don't care if it's the law
No, no, no I don't

El más rico de los trabajos del llamémosle cantautor americano, esta vez con una banda detrás, que enriquece el sonido e incrementa la fuerza y la emoción de sus cuatro entregas anteriores. Una slide, omnipresente, y el piano son los instrumentos protagonistas, y junto a la sugerente voz de Matthew, iluminan un disco resplandeciente. Sólo hace falta que el resto del mundo pueda ver esa luz. Yo les aseguro que he visto aparecer los primeros rayos.
La mejor medicina.