sábado, 16 de octubre de 2010

Hautsi da Anphora & Ni ez naiz noruegako errege. La conexión entre Josh Rouse y Mike Farris: Ruper Ordorika

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En la misa góspel del lunes, Mike Farris, quizá gracias a las endorfinas liberadas por su propia excitación o quizá haciendo uso de sustancias ilegales que, de ser así, deberían repartir en las puertas de todas las iglesias (y mucho mejor que les iría) nos hizo sentir cerca, muy cerca de la salvación. El incienso fue sustituido por efluvios de cannabis, justo tras de mí, parecía estar quemándose el botafumeiro de nuestra catedral particular, lo que unido al cansancio acumulado por la falta de sueño y días de poco comer, pusieron en serio peligro el regreso de una pieza a mi Santoña natal.
Y el bolo estuvo bien, muy bien. Como apuntaba Joserra no estamos acostumbrados por estos lares a la entrega de Mike Farris y su banda, The Roseland Rhythm Revue, y les juro que si se hubiera dado el caso me hubiera animado incluso a comulgar. Escondido tras la estética de Gram Parsons en su época de colega de Keith Richards, tras unas gafas que nos privaron de ver el tamaño de sus pupilas, pálido, desmejorado y desatado, Mike era sólo la voz más negra que se haya paseado por Bilbao, la cara de una banda cuyo teclista era el verdadero conductor, al piano o al órgano, manejó y guió a su antojo a Farris, a los músicos y a las McCrary sisters, que parecían madre e hija y que se pasaron el concierto haciendo el amor, con Mike, con Dios y con todos los presentes. Te lo creías porque tras el aparente circo en que peligrosamente estuvo a punto de convertirse la actuación, había una negra a la que le sangraban las manos de aporrear su pandereta, unos músicos como no se tiene la costumbre de disfrutar (el bajista, Foy Vance, también nos demostró que sabe cantar con “Make it Rain”, en la que un generoso Mike le cedió el protagonismo) y un cantante, pálido, desatado, de alma negra y de pies y manos inquietos que era incapaz de controlar.

Y pese a todo, lo mejor, ya en los bises: Mike solo con su red guitar. “Gypsy Lullaby”, su voz, su voz, solo, con su guitarra. Ahí sí, ahí me arranco el escalofrío que se resistió hasta casi el final. Lo demás fue celebración, fiesta, comunión... y la gente del Antzokia que no se calla ni debajo del agua.

Y no se lo van a creer pero mi intención no era hablar del concierto de Mike Farris, yo lo que quería era contar que dos discos no me abandonan desde hace unos días y no encontraba mejor manera de abordar el tema. El lunes tuve el placer de presenciar en directo un programa de Rock’n’Rodri en EiTB. Allí me comentaron que Mike Farris había estado grabando unos temas para la Jungla Sonora, se me pusieron los dientes largos, pero mucho más cuando por la noche “Gypsy Lullaby” me mostró al Farris real, no al maestro de ceremonias que encandiló a una sala abarrotada de fieles, sino al que con su guitarra te emociona de tú a tú, al Farris que convierte el sermón en oración.
Voy a tener el honor de volver a esos mismos estudios y compartir espacio con Joserra y con Ruper Ordorika, esa es la conexión. Esa y que desde el lunes no he podido escuchar otra cosa más que “Hautsi da Anphora” y “Ni ez naiz noruegako errege”. Los dos discos me fueron entregados en mano en San Sebastián el pasado viernes y fueron lo mejor de una velada (eso y alguna cosa de la que prefiero no hacer publicidad) en la que Josh Rouse provocó división de opiniones y de quien sólo me atrevo a decir que las canciones de su último álbum están hechas para ser disfrutadas en directo, con complicidad, pero que luego no me atreví a charlar con el de Nebraska porque conociéndome le hubiera echado algo en cara (mismamente que me sirviera un kas). Me lo guardo para cuando le veamos con banda, a ser posible en Bilbao, lo prometió.

Me pierdo, me pierdo... A mi regreso a casa, lunes de madrugada, sentí el impulso de escuchar los dos cds con los que me paseé, colgados de mi zurrón, por las calles de Donosti. Y desde entonces, hasta casi cuatro días después... ninguna otra cosa he podido escuchar. Doug Paisley sirvió de transición y The Strange Boys han abierto definitivamente la ventana.

Yo sé que Joserra lo hizo como el heroinómano que no se quiere sentir el único jonki de la ciudad, con la necesidad de hacer pública su adicción, de quien quiere compartir un chute de vez en cuando y no quedarse para sí la posibilidad de disfrutar de las maravillas de un autor que debería trascender mucho más allá de las estúpidas fronteras del idioma, paradójicamente también el motivo de que muchos hayan llegado hasta sus discos.
Recuerdo el concierto que supuso el descubrimiento de su música, verano, en Santander, un escenario no muy propio para un concierto de rock (Ruper Ordorika tiene dentro más rock que muchos melenudos tatuados que presumen de...) y su explicación al respecto de la música y los silencios, los espacios, vips vaporub para el alma. Esa es la sensación, se te abre el pecho y sientes una bocanada que oxigena tu interior, te reconforta, te calma, te emociona y... mucho cuidado con leer la traducción de sus letras. Te acabas por convertir en un adicto y, aunque pruebes otras cosas, irremediablemente volverás, porque sientes la necesidad, la dependencia. No puedes mirar a otro lado, a las cosas bellas no las deberíamos dejar nunca de mirar.

Y lo siento no encuentro ningún video de esos dos primeros discos. Ahora es lo que tengo ganas de volver a escuchar.

MIL GRACIAS JOSERRA!

3 comentarios:

  1. A todos os ha tocado la fibra Mike. Yo sólo tengo el último de Ruper que me regaló Joserra. Bien dices, si lo acompañas de las letras, hay pocas cosas mejores. Un canto a la belleza de lo sencillo, a la vida.

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  2. Me sorprende y emociona saber que quedan “exploradores” dispuestos a escuchar música en euskera, ¡ y de los años 80¡ ; una música poética realizada en su día al margen del contexto por quien sigue siendo el más relevante músico de por aquí.
    Todavía conservo los casetes de sus dos primeros trabajos y considero son tan buenos como los últimos, -realizados casi 30 años después-, o que éstos lo son como los primeros.
    Cuantas más facilidades tenemos para acceder a cualquier música, más efímero resulta su disfrute. Lo publicado el año pasado nos resulta casi lejano y, ante tanta producción y variedad, parece que lo inmediato no nos deja tiempo para detenernos y retroceder (y supongo que mucho menos a quienes además, os dedicáis al blogueo y hacéis el trabajo por el resto). Así que, enhorabuena, seguid disfrutando (las letras son también muy bellas) y como dice Ruper, “Biba zuek”. Y quien sabe, de Ruper a Hertzainak, o Mikel Laboa, o Xabier Lete,…..

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  3. hola!!!! como siempre "da vidilla" ver las escapadas concierteras que te marcas y, como otras veces que te leo, te veo semblado con tu visión casi "desde fuera" de lo que a veces hace la gente y que rozan el abusrdo, sinsentido, la euforia venida de la nada (y yo soy bailonga!!)
    el caso es que, en general, me sirven para saber que hay buenos conciertos por el norte, y queno voy desde el Euroyeyé del año pasado..! qué ganas de darse un garbeo por ahí, a la fresca, y al tapeilo del bueno y a esos bares donde se cuece o enriquece algo. hasta pronto. chao!

    * por cierto, nada que ver pero..: conoces a SEU JORGE? con ese estilazo que tiene, seguro que sí y, si no, para que lo escuches.. en breve vendrá!

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