lunes, 13 de diciembre de 2010

Between the click of the light and the start of the dream

-“Vamos a dejarlo reposar. No puede ser”. Me dije sentado, ausente, al término del show que dieron los canadienses en Madrid. No había bebido lo suficiente como para encontrarme mirando al vacío sin razón física que me atara al lugar. Escribir una crónica en el blog sería una buena excusa para retomar las riendas del mismo, pero... intentar describir lo que acababa de presenciar con palabras, muchas veces manidas palabras, adjetivos vacíos cuando no logran siquiera aproximarse a la intensidad de lo sentido... Palabras, sólo palabras. –“En un par de días se me ha pasado y la perspectiva me hará ver las cosas de otra manera, a fin de cuentas se trata tan -sólo- de ocho músicos haciendo rock, no puede ser para tanto”. Ha pasado casi un mes, el escalofrío continúa y mucho más fríamente lo voy a contar, un poquito más templado, pero muy poquito, que de haberlo hecho a la salida ¿del mejor concierto de rock al que haya asistido como público? Ummm... hace poco más de un año, Leonard Cohen..., pero, Cohen no es de este mundo, Arcade Fire sí lo son, al menos todavía. Curiosamente también proceden de Montreal.

¿Y por qué después de tanto tiempo?
Se lo tenía prometido a quienes no pudieron asistir, y también a algunos que lo hicieron, aunque la razón fundamental no se la van a creer: Estaba esta mañana tomándome un café (y desde aquí le doy las gracias a quien me ha invitado a desayunar) cuando en la TV de la cafetería las noticias recogían la frustración de cientos de estafados, portadores de entradas falsas, que lloraban ante las cámaras no haber podido ver a Lady Gaga en el mismo Palacio de deportes de la Comunidad de Madrid. Las imágenes me han recordado que hace veinticinco días yo deambulaba por ese mismo lugar, les juro por Dios que vestido y maquillado de otra manera.

Un día antes de la cita nos acercamos por los alrededores del Palacio con el propósito de reconocer el lugar. Nos encontramos con unas colas larguísimas y, jugándome mi reputación, serpenteamos entre las variopintas hordas fanáticas de Shakira (te graba la televisión o cualquiera con el móvil y a ver quién se cree eso de “esto no es lo que parece”). Llegué a hacerme la pregunta de si alguno repetiría (creo que ese día sí que había bebido).
El 20 de noviembre el panorama era bien distinto, no en cuanto a las interminables colas, sino a la composición de las mismas. Desde hace meses conseguir una entrada era misión imposible, el lleno estaba asegurado, dieciséis mil almas aullaron, cantaron y se estremecieron como una sola. Pero todo eso sucedería horas después de echarme a la calle con la casi certeza de que no asistiría a un concierto cualquiera.
Cerca de las cuatro de la tarde (la banda subió al escenario sobre las diez) la cantidad de gente que se hacía fuerte junto a los accesos del pabellón ya era preocupante. El ser poseedor de una localidad de grada me dio la tranquilidad de poder disfrutar de un buen vino, o dos, o tres quizás, antes de lo que vendría después. Tres horas más tarde las colas no habían crecido mucho, dentro de mis posibilidades, el mejor de los sitios estaba asegurado.

Me habían hablado muy bien del público de Madrid, pero el comportamiento del mismo y la entrega y comunión con los canadienses no lo había vivido nunca con la intensidad del sábado. Aunque hablar del público de Madrid es relativo: desde que las entradas se venden por internet... junto a mí un madrileño, su novia americana y un amigo mexicano y, delante de ellos, una pareja, ella italiana, él de San Sebastián, pero residentes en Bilbao, servidor de Santoña y quien me acompañaba procedía de Torrelavega. Quizá en las otras colas la Torre de Babel era menos variada, de cualquier manera el mejor público posible para el mejor concierto posible. No exagero. Hacía dos días veintisiete personas disfrutamos del genio de Kelley Stoltz (apúntense el nombre en su agenda de pendientes) en el Azkena Bilbaíno. Mirar a mi alrededor era como sentirme parte del grupo de elegidos que se salvarían del holocausto nuclear, la creme dela creme bilbaína (con infiltrado santoñés), y eso es como decir la creme mundial. El sábado nos habían multiplicado por seiscientos y nos metieron en un polideportivo en el centro de la capital (¡ojo! también multiplicaron por seiscientos el número de imbéciles, en Bilbao sólo había un par de ellos, los hay en todas partes, y el sábado se dedicaron a tirar con cachis al público de la pista, desde las gradas y desde la propia pista).

De los teloneros prefiero no recordar ni el nombre, hubiera dado una fortuna por unos tapones. Queda todo dicho.

Arcade Fire, las diez menos diez del veinte de noviembre de dos mil diez. Estábamos predispuestos a la emoción, los videos del Youtube, las crónicas previas, su fabuloso nuevo álbum... ¡A tomar por el culo con la predisposición! Había que vivirlo, imposible describirlo, el escalofrío que todavía recorre mi espalda no sabe por donde escapar, si a través del vello de mis brazos o presionando las sienes, cada vez que lo recuerdo, cada vez que escucho The Suburbs... Se me nota mucho que cuando lo cuento me suben las pulsaciones y se me dilatan las pupilas. No soy fácil de impresionar, frío como un témpano quien no me conoce es la percepción que puede tener de mí, y cientos y cientos de conciertos han pasado por mi vida como para echarle flores gratuitas y emocionarme con la última sensación de como lo quieran llamar (¿arty-rock?, ja!). Estos tíos son la mejor banda de directo que hay sobre la faz de la tierra y después de hora y cuarenta minutos, después de “Wake Up”, a ver cómo me pongo yo debajo de un escenario y miro con objetividad a quien pise las tablas. Un antes y un después de Arcade Fire: el resumen de quien lleva casi veinticinco años de directos a sus espaldas.

Tengo exactamente la misma sensación que cuando a mis dieciséis adolescentes primaveras acababa de ver a los U2 del "Joshua Tree", en el momento justo. Veintitrés años más tarde lo he vuelto a sentir. Será que muchas cosas en mi vida han comenzado de nuevo, siempre digo que no he cumplido cuarenta, que me quedo con el cero, pero les aseguro que la sensación es real. ¿Quién sabe?, cualquier día me sorprendo a mí mismo y me vuelvo a enamorar.

Bowie, Springsteen, Echo & The Bunnymen y U2, The Velvet Underground más Neil Young. Elijan la mejor época de cada uno de ellos, en el orden que prefieran, ¿añadimos a Blondie? ¿Por qué no? Y hasta Joy Division. Les parece imposible, ¿verdad? Es imposible, son ARCADE FIRE y los hemos visto cuando había que verlos, era el momento. Su recién salido "The Suburbs" es una Puta Obra Maestra que suena hueca después de haber vivido sus canciones en directo. Alguien que ustedes bien conocen dijo a la salida: -“...lo que más me jode de todo esto es que The National se quedan en el número dos, esto es insuperable...” “...en cuatro palabras, Coco tiene esas cuatro palabras: Una Puta Obra Maestra”. Y era el momento porque la próxima vez será en un estadio de fútbol, seguramente demasiado grandes y seguramente asistiremos los del sábado mezclados con muchos del viernes. Era el momento.
¿Predispuestos eh?

¿Se puede comenzar un concierto con “Ready to Start”, “Month of May” (todavía más acelerada en directo), “Neighborhood #2 (Laika)” y “No Cars Go” (sin duda uno de los momentos de la noche, así sentido por el público y muy especialmente por quien esto escribe) sin, a partir de entonces, bajar la tensión? Se puede. Win Butler le cedió el testigo vocal a Régine, una rara mezcla entre Yoko Ono y Bjorjk de la que te enamoras en cuanto se gira alocadamente, y nos dimos un baño de hedonismo con “Haiti” y “Sprawls II”. Se trataba de recobrar fuerzas, bailar para descansar el alma. Y a partir de ahí... Sus tres álbumes fueron casi igual de protagonistas. Diecisiete canciones que hicieron un recorrido desde 2002 hasta 2010, una selección casi perfecta, estudiada para que la tensión no disminuya un ápice, para que tras cien minutos te quedes con ganas de más. Dados los cambios continuos de instrumentos no hay lugar para improvisación pero desde luego derrochan talento y pasión, un tío capaz de correr alrededor del escenario, bajarse del mismo mientras toca el bombo y no perder en ningún momento el compás, posiblemente esté todo estudiado al milímetro pero realmente parece fruto de la euforia y la interacción con el público que alimenta a la banda y viceversa. Te crees que podrían extraer música de cualquier objeto que les pongan delante, y en ocasiones así lo hacen. El propio Butler estaba impresionado con la reacción de una audiencia entregada como pocas veces yo haya visto, claro que, ante una banda tan entregada como pocas veces yo haya visto. De verdad, olvídense de los videos del Youtube.
Y todo desde la modestia y austeridad de recursos. -Sólo- ocho músicos de los que únicamente uno de los violines parece tener propietario en exclusiva, capaces de hacerte sentir un metro por encima del suelo, sin artificios, ni luces, ni pantallas gigantes, únicamente una que proyecta imágenes que se superponen con las de la banda y, en ocasiones, el público, en un muy cuidado montaje lleno de sentido pero que apenas distrae la atención de lo realmente importante: la música.

El precio a pagar por vivir la experiencia desde la pista era el karaoke, todo el mundo coreaba las canciones de principio a fin, y la voz de un Win (expléndido vocalmente) se perdía, se ahogaba, entre los coros de miles de gargantas. Hago memoria y es la primera vez que veo un concierto desde la grada, desde ella se podía apreciar mucho más nítidamente la voz del mayor de los Butler (salvo en las dos primeras canciones, hasta que subieron el volumen desde la mesa) y, a la vez, ver y sentir la emoción de un público entregado desde el primero de los versos. Con un timbre muy parecido al de Neil Young, las maneras de Bruce Springsteen, la clase de David Bowie (cerrar los ojos en “Modern Man” era ver al duque blanco), multiplicando por diez las sensaciones que sus canciones transmiten en el frío estudio de grabación, sacando adelante la empresa, a priori casi imposible, de reproducir y mejorar los arreglos y aumentar la intensidad de tan mimadas piezas. El bajo sonó velvetiano, profundo, perfecto (¡y estábamos en un polideportivo!), echándose sobre sus espaldas al resto de la formación que parecían dejarse llevar por unas pulsaciones que sincronizaban las baterías, piano, teclados, acordeón, violines, guitarras... y el riego sanguíneo de todos los que asistimos. Seguro que cada uno de nosotros echó en falta una u otra canción. “Black mirror”, “Windowsill”, “City with no children”, “Suburban war” o mi favorita “Ocean of noise”, fueron algunas de las ausentes, pero es que de las interpretadas no sobró absolutamente ninguna. No caben todas y sus álbumes son tan buenos que aunque cambies la mitad del setlist siempre estarás escuchando una colección de singles.

“Neighborhood #3 (Power out)” y “Rebellion (lies)”, dos de las mejores canciones de "Funeral", que es lo mismo que decir dos de las mejores canciones de los últimos treinta años cierran el concierto y te hacen mirar con asombro un reloj que ha corrido muchísimo más aprisa que nuestra subjetiva idea del tiempo y el espacio. Caes en la cuenta de que el final está cerca, han tocado más de quince temas y con tal derroche de energía no se puede estar mucho más tiempo encima del escenario. Una última voluntad: si se pudieran elegir dos, sólo dos, canciones para el bis, esas serían “Intervention” y, por supuesto, “Wake Up”. Deseo concedido.
Las luces se encendieron.
El sueño no terminó.

Una hora más tarde los coros parecían no tener fin. En mi cabeza y por las calles de Madrid seguía sonando la música de Arcade Fire, dentro del metro, al doblar cada esquina... Aun sigue haciéndolo.

¿Y la próxima vez? No sé si estaré dispuesto a mezclarme con los fans de Shakira y Lady Gaga. ¿Alguien se acuerda de cómo eran U2 en el 87?

9 comentarios:

  1. Siempre lo compartiremos...Coco qué alegría! estaba de bajón y ver que aquí asomaba novedad me ha alegrado el día.
    Si llegamos a ver eso en un Arriaga no salimos vivos. UN ABRAZO y pilla breada...que te necesitamos actualizando, que esto era como si se retira Dylan.
    Now our lives are changing fast
    Now our lives are changing fast
    Hope that something pure can last
    Hope that something pure can last

    ResponderEliminar
  2. Joder tío, vaya crónica, esto no se hace, por si no hubiera sido suficiente con la de Joserra ahora vienes tú para terminar de hacerme sentir como un completo pobre hombre por no tener nada de estos tipos.

    Por cierto ¿Quien te dijo eso de The National? ¿Conoces a algún fan de The National en la blogosfera?... jajaja
    Muy bueno.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Muy buena cronica. Un concierto muy divertido, aunque algo apachurrado desde el foso.
    Eso si, será envidia femenina, pero a regine no la deberian dejar cantar...
    saludos
    B

    ResponderEliminar
  4. Me ha encantado esta entrada, gracias!! Besos!!

    ResponderEliminar
  5. toc toc... creo recordar que habías decidido dejar el blog pero que luego habías rectificado y vuelto.. quiero una réplica!!!! me quedé con curiosidad y ganas de seguir con el debatuelo sobre Arcade Fire: su liderazgo, la evolución, de dónde viene ese pedestal al que se les ha subido, quién y por qué motivo (creemos), qué les hace grupo especial, de referencias para absolutamente todos los públicos, cuál es su originalidad, etc etc. Vamos que,, será por temas!! jeje. chao, saludosssss

    ResponderEliminar
  6. Buenas noches, lo primero decirte que tienes un blog cojonudo y que me encanta tu escritura. y de gustos no me digas más porque compartimos absolutamente todo y son muchas las recomendaciones que escucho, ahora mismo VILLAGERS(suenan de puta madre, cuando lo haya escuchado 4 ó 5 veces más escribiré una crítica en mi blog)

    Respecto a Arcade Fire...la crítica estupenda, sobre todo porque yo también sentí ese escalofrío. Lo dices claramente y con toda la razón: son la mejor banda del mundo en directo actualmente y el WAKE UP del final fue el mejor final de concierto que jamás haya vivido. Compré las entradas en Agosto, justamente con el lanzamiento del disco y de verdad que no esperaba tal espectaculo. Fue tal mi emoción que llamé a otro melómano amigo mío residente en Londres y nos plantamos en el 02 para su concierto allí! son unos profesionales de Ciudad Real(de donde te mando saludos) hasta tu querida Santoña, misma actuación, escenario, coreografía y ganas que en Madrid, siendo Londres la capital de culto musical por excelencia esperaba que fuera mejor actuación que en Madrid. Esta gente son verdaderos profesionales y me lo demostraron.

    De todos sus discos, he de decir que me quedo con Funeral, aunque The Suburbs es un discazo tengo al sensación de algunas canciones no las acaban de rematar.

    te dejo mi crítica del concierto y del disco por si quieres echarles un ojo, ahora lo tengo muy abandonado porque estoy de exámenes pero en unos días le daré un señor repaso!

    Un saludo y sigue con este estupendo trabajo que somos muchos los que te seguimos!

    crítica: http://laaudiciondelmomento.blogspot.com/2010/11/sensacional-actuacion-de-los.html
    the suburbs: http://laaudiciondelmomento.blogspot.com/search/label/Arcade%20Fire

    ResponderEliminar
  7. Gran crónica Coco. No podría describir mejor las sensaciones que se sienten tras ver a este grupazo...

    Sencillez y humildad son cosas que, para mi, les hace incluso más grandes.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  8. Me moría de ganas de verles, pero después de leerte, es obligación.
    Por cierto, el nombre de tu blog es mi frase recurrente cuando intento explicar lo que significa la música en mi vida, ¡me encanta!...

    Saludos.

    ResponderEliminar
  9. ARCADE FIRE son increibles. Llenan palacios por que son grandes de verdad, y seguro que van para arriba por que pasarán a la historia.
    Me hubiera encantado verlos en 2004 ó 2005 pero andaba muy lejos. Cuánto lo he sentido siempre.
    Los vi en el Monte O Gozo y de lo mejor que sentí fue cuando salieron a escena y me dije: AL FIN! ARCADE FIRE EXISTEN. LOS VEO.
    No dejan de tener una fuerza sin comparación con otro grupo, siguen emocionandose y eso vuelve loca a la gente. No se puede pedir mas. Son un reflejo perfecto de la calle, de lo que somos, por eso serán masivos a diferencia de otros.Por todo.
    SUS CONCIERTOS ESTÁN LLENOS DE GENTE MUY JOVEN CANTANDO LAS CANCIONES. ¿Qué mas se puede pedir?
    Son presente y futuro.
    "No Cars Go" 4 minutos llorando, los 2 últimos a lágrima viva.
    El último album no es mi favorito pero es imprescindible. Se han superado album a album en cuanto a que no han dejado de crear.
    Ni siquiera son mis favoritos, pero son los mejores.

    El Blog magnífico, imagino que como su autor.

    VIVA LA MUSICA.

    ResponderEliminar