jueves, 21 de abril de 2011

Marianne Faithfull, Una Cuenta Pendiente.

Teníamos una cuenta pendiente. Por una vez, esta frase tantas veces repetida tenía pleno sentido. El 4 de junio de 2008, quien acababa de protagonizar “Irina Palm” (película que desde aquí les recomiendo) suspendió su actuación en el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, me dejó con una entrada cuya impresión se va borrando con el tiempo y sin un recuerdo al que asociarla.
El sábado, en los momentos previos a la actuación de Willie Nile en el Antzokia, era motivo de comentario la cancelación de Marianne Faithfull en Madrid. Con sólo dos fechas señaladas en nuestro país, la marcada para la capital se acababa de frustrar. Una hora y media después, Nile logró que mis temores quedaran relegados a un segundo plano y durante las horas, en realidad los días, posteriores no hubo hueco en mi mente para más músicas que las del neoyorquino de adopción (con el fugaz paréntesis de Martin Stephenson) y un montón de problemas con los que no les voy a castigar.
La mañana del martes, una vez recuperada la conciencia, el miedo volvió a ser protagonista de mis pensamientos, hasta que consultados periódicos y mentideros internautas no encontré indicio alguno de que la historia se fuera a repetir. Tres años después de la que debería haber sido nuestra primera vez (y hablo en plural porque mi acompañante también tenía entrada entonces), cambiábamos la fila 1 por la 2, la decepción por la emoción y la mala leche por los nervios, ese cosquilleo que sólo se siente en las ocasiones especiales. Todavía me duele el pellizco con el que me traté de despertar en el momento que se apagaron las luces de la sala.

La banda toma puestos sobre las tablas. Empiezan a sonar las primeras notas de “Horses & high heels”, la canción que da título a su último trabajo, la que ha devuelto a nuestra protagonista al mundo de la composición (su anterior "Easy Come, Easy Go" era íntegramente de versiones); momentos más tarde aparece en escena Marianne Faithfull, la ovación se la pueden imaginar, las entradas estaban agotadas desde hacía tiempo y nadie parece haber venido a ver qué pasa. Frente a nosotros: un mito, una voz, una superviviente. Conserva esa belleza difícil de marchitar pero su aspecto físico no es bueno, se mueve con torpeza, comienza a cantar y su voz..., ¿alguien ha escuchado sus grabaciones de los 60’s, esa voz ingenua, inocente, esa carita de ángel? Se ha castigado, ha sobrevivido a mil y un excesos para transformarse en su versión actual, ronca, maltratada, su mejor versión, la voz que penetra y baila en tu interior en una orgía de graves, a la que ni siquiera la inoportuna tos es capaz de restar un ápice de encanto.

Sus últimas entregas protagonizan la primera parte del concierto. Perfecto: sus años de madurez son sinónimo de calidad, "Before The Poison", "Easy Come, Easy Go" y "Horses & High Heels" se encuentran entre lo mejor de su discografía. Si algo caracteriza a quien en su día volvió locos a los Stones es que siempre ha sabido rodearse de la gente adecuada para beneficio de su música, que no siempre de su vida personal, y, además, tiene un gusto exquisito para elegir las versiones, con quien trabajar codo a codo en la composición (Nick Cave, PJ Harvey, Jon Brion, Beck, Dave Stewart, Daniel Lanois...) y a sus escuderos sobre el escenario, ¿o no es Pettibone el guitarrista que debió haberse traído Lucinda Williams? No podría ser otro, Doug se ha implicado en el nuevo álbum componiendo a medias varios temas y su guitarra comparte protagonismo a la hora de dirigir nuestras miradas. La banda la completan un extraordinario Rory McFarlane al bajo y contrabajo, Martyn Barrer a la batería y Kate St. John, multiinstrumentista y contrapunto perfecto a la voz (también culpable de españolizar “bouna sera”). Cuatro músicos, una leyenda y decenas de espíritus, del presente y del pasado: el de Buddy Holly, a quien la propia Marianne nos presentó antes de interpretar “The crane wife 3”, el original de The Decemberists que grabara junto a su adorado Nick Cave, cuyo fantasma también estuvo presente como autor de “There is a ghost”; el de Mark Lannegan (las canciones del americano son perfectas para su voz), el de Carole King (impagable la versión de “Goin’ back”); el de Allen Toussaint (“Back in baby’s arms”); incluso el del ex-Pink Floyd Roger Waters (“Incarceration of a flower child”) y, entre todos, por supuesto, los de The Rolling Stones. De Keith Richards se acordó al introducir “Sing me back home”, la canción de Merle Hagard que nos confesó haber escuchado por primera vez retozando en el campo con las guitarras de su entonces novio y su inseparable Gram Parsons, hace ya mucho, mucho, muchísimo tiempo; del resto nos acordamos todos los presentes en el momento que supuso el punto de inflexión del concierto, cuando sus labios pronunciaron dos palabras: “Sister Morphine”, dramática, siempre tendremos dudas acerca del verdadero autor de sus versos pero no de quien se deja el alma al interpretarlos. Sin margen de recuperación, enciende un cigarrillo, parece un gesto de desobediencia civil pero cada calada es un gesto necesario para interpretar una canción que no te imaginas sin el olor de la nicotina: “Broken English”, despojada de la producción de aquellos años (1979) y elevada hasta cotas de épica sincera que hoy en día sólo son capaces de conseguir Arcade Fire o The National, ¿creen que exagero? Regresamos a 1964, Jagger y Richards acaban de componer una balada con la que no saben muy bien que hacer, se la regalan a una jovencita a la que todos se quieren tirar, “As tears go by”; volvemos a 2011, ella nos la regala a nosotros, la versión es mucho más cruda, el tiempo le ha sentado muy bien. Las buenas canciones no tienen dueño ni tiempo, ¿a quién creen que pertenece “Working class hero”? Lennon estaría orgulloso de la rabiosa interpretación de una Faithfull que acaba con el puño en alto y mira al patio preguntándose si nosotros compartimos el sentimiento. La banda se está luciendo, ella se deja arrastrar y se entrega, tiene dificultades para andar, incluso para sentarse, en la cercanía sus 64 años se adivinan tras una figura mucho menos intimidatoria que la mostrada en las fotos que conocemos de discos y entrevistas, cantando es otra cosa, su voz y su actitud ponen en pie al teatro.

Nadie es consciente del tiempo transcurrido, no nos hemos atrevido a mirar el reloj hasta la hora de los bises. Pettibone agarra su acústica, “The Ballad of Lucy Jordan” era el clásico que faltaba antes de que, con una delicada joya compuesta por Tom Waits y Kathleen Brennan, “Strange Weather”, ponga el broche final.
Marianne Faithfull ha dado un repaso a su discografía y a toda la música creada desde hace cincuenta años. Nos ha dado un repaso. Me sigo pellizcando.


P.D. Alfonso tenía razón. “Vagabond Ways” fue producido y en parte co-escrito por Daniel Lanois. Un año más tarde “Wrecking Ball” de Emmylou Harris corrió la misma suerte. ¡Ah! y Kate St. John tiene 53 años, aunque desde la segunda fila nadie le echaría más de 35. Conversaciones con preguntas en el aire que siempre quedan después de una buena charla post-concierto, la que sin querer nos permitió ver de cerca a nuestra diva. Un mercedes esperaba a la salida del teatro y unas treinta personas, como si de la alfombra roja de los Oscars se tratara, esperaron pacientemente poder saludar y obtener un autógrafo sobre la portada del vinilo de su obra más conocida. Una muy amable Marianne Faithfull se detuvo y les recompensó por su paciencia y devoción.
Gracias Marianne.


Foto firma: Alfonso Martinez Pla

1 comentario:

  1. hola!!! Qué gracia: yo tampoco había visto "Irina Palm" hasta que la vi en la TV hace poco; y luego eseguida me enteré de que venía y me planteé ir a verla. En realidad ya la había visto una vez,no recuerdo si hace 2 años o 3en un programa doble de Los Veranos de la Villa. La escuché cantar pero sin verla (no habíamos comprado la entrada, nos quedamos en upinar.la mar de bien), me dio nostalgia escuchar "The ballad of Lucy Jordan" un personaje del que siempre he querido saber más, que se merece su propia película, que se asocia a la sound.track de "Thelma&Louise" y me parece justo, una historia de desazón, con la intensidad de lo nuevo como vía de escape, más allá de la cruda realidad.
    El caso es que Marianne tiene una contundez, más para quien la haya seguido desde que era joven, cuando ella tmb lo era, y es normal que sienta una afinidad especial. No sé.. para mí es extraño que sea casi una leyenda, sin ser ni tremendamente desgarrada y entregada como por ej Janis; ni con la delicadeza y buen gusto de Patty..Ella, al no tener un estilo demasiado particular ni definido, perosin que nadie pueda llenar su 'espacio'.. creo que contribuye el pensar que ella perteneció a esa época dorada en la que todos estaban entrelazados. y eos le da cierto `glamour', o vivencia personal de melomanía total. no sé qué piensas. Eso si, no creo que sea buena actriz, interpreta tal cual es ella, algo fría pero sin intención de incomodar. Bueno, chao

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