jueves, 23 de junio de 2011

A Quiet Man - Sadness Tolerant Songs


No hay mucha música producida en este país que se pase por mis dominios, sucede a menudo: lo tenemos frente los morros y siempre le damos preferencia a lo venido desde lejos. También hay que reconocer que, hablando de rock, pop, country, blues, soul, o de cómo lo quieran llamar, todo eso que englobamos en la música popular, los anglosajones nos sacan mucha ventaja, culturalmente, en cantidad y en calidad, y, en consecuencia… aún olvidándonos del idioma… Pero esta vez no nos vamos a olvidar del idioma, el de Shakespeare es el que ha elegido A Quiet Man para expresarse a través de unas canciones que, entiéndanlo en el buen sentido de la frase, nadie pensaría al escucharlas que hubieran sido concebidas, gestadas y paridas a este lado de los Pirineos.

Hay ocasiones en que un disco no te permite hacer otra cosa que no sea prestarle absoluta atención, penetrar en sus surcos, perderte en su interior, no porque la dificultad requiera de todos nuestros sentidos, sino porque hace que nos olvidemos de que tenemos cinco. Cuidado el detalle, mimado al extremo, para ser descubierto conforme se suceden las canciones y crecer con cada nueva escucha, nos remite a discos escuchados en el pasado y a la obra de autores que todos tenemos en mente cuando el pop se viste de negro, el cantante se convierte en crooner y las tablas del teatro son el mejor de los escenarios. Inevitable no acordarse de Scott Walker, del Mick Harvey ― cómplice de Nick Cave ― que rindiera tributo a Serge Gainsbourg, de David Bowie embriagado de soul en su etapa “Young Americans”, de la profunda melancolía y la voz de The Blue Nile, o de la elegancia de los últimos suspiros de Roxy Music a merced de un Bryan Ferry arropado por el saxo de Andy Mackay. Luego, hay fragmentos, detalles, como la guitarra de “Deeper”, que pudiera ser la de Roddy Frame (Aztec Camera) o los coros de “Vampire love” devolviendo a la vida a los mágicos Gorky’s Zygotic Mynci.
¿Demasiadas influencias? En realidad no sirven más que para colocar a A Quiet Man en un lugar del consciente, una manera de definir su sonido valiéndome de lo ya conocido, nombres que se me aparecen en momentos determinados o de forma omnipresente durante la escucha de un álbum que recoge, quizá en muchos casos sin siquiera pretenderlo, lo mejor de cada uno de los citados, dando como resultado Una Puta Obra Maestra: "Sadness Tolerant Songs", de título tan sugerente como el cinematográfico (imagino que John Ford tenga mucha culpa) tras el que se esconde Fabio Vega, un “hombre tranquilo” ignorado por el mundo discográfico y desconocido por el resto.

Con los relativamente escasos medios (sobre todo teniendo en cuenta el acabado final) de los que puede disponer en su propio apartamento (The Apartment Studio) se ha encargado prácticamente de todos los instrumentos, arreglos y producción (salvo la masterización final), con la única ayuda de quienes también lo acompañan en directo: Julio Arévalo a la batería, el bajo de Joan Rovira y los saxos y el clarinete de Joan Subirats; además de la amistad y las cuerdas vocales de Sergio Makaroff (“Taxi”, la puerta de entrada perfecta), Pilar Dukes Torras (haciendo de Marianne Faithfull en “As a Symphony Screams”) y los coros de The Sey Sisters.

Quiero pensar que quienes hacen negocios simplemente no se han tomado la molestia de conocerlo (“... Las discográficas nunca han confiado en mí, así que después de muchos años y paciente esperanza me decidí a sacar un disco autoeditado...”). El álbum y también su precedente (el no menos recomendable "Warsaw Smells like You") están a disposición de quien se lo quiera descargar gratuitamente en www.aquietmanmusic.com. (“... además no soy miembro de la SGAE ni creo en ella.”). Yo tengo la intención de ver sus surcos en tamaño real, leerlo, olerlo, y archivarlo junto a sus semejantes: en la misma balda que Richard Hawley, Tindersticks, Brazzaville (David Brown colaboró en su primer trabajo y su clase sigue presente en este), The Triffids, Sunhouse, The Blue Nile, Lloyd Cole, Bryan Ferry, The Auteurs, Jacques...

Sugerente, dramático, clásico, atemporal, por eso sus canciones nos remiten al pasado y, sin duda, las escucharemos en el futuro. No me gustaría que por usado frecuentemente, y leído y releído por quien se pasee de vez en cuando por aquí, el término pudiera perder su verdadero significado: UNA PUTA OBRA MAESTRA.
Háganse el favor de descubrirlo. http://www.aquietmanmusic.com/

P.D. ¿Y si nos olvidamos de los cuidados arreglos, de los trucos del estudio, y de los amigos colaboradores? Pues entonces, ésto es lo que es capaz de hacer Fabio Vega con tan sólo su guitarra y la maravillosa acústica de los azulejos del cuarto de baño. La canción, como el resto de la colección WC Sessions, es inédita, o no superó el corte para el disco, o formará parte del próximo. Después de más de diez años, ¿sabrá el mundo para entonces de A Quiet Man?

2 comentarios:

  1. El hombre tranquilo, además, es un pedazo de artista.

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  2. qué temas mas bonitos!! no los conocía, pero me han transmitido una serenidad mental que incluso necesitaba sin saberlo. Gracias por una genial forma de comenzar un domingo!!saludos!

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