martes, 8 de noviembre de 2011
Edwyn Collins – Losing sleep
Hay cosas que no se aprenden, les son innatas a determinadas personas, y el trabajo y la experiencia son la mejor manera de poderlas desarrollar. El genio, como don distintivo de quienes denominamos ARTISTAS con respecto a los que simplemente se pueden calificar de músicos (como si no tuviera mérito saber tocar bien una guitarra), es una de esas cosas a las que me refería y Edwyn Collins un buen ejemplo que lo demuestra.
Con él, como ya he contado con Elliott y tantos otros, el azar tuvo papel protagonista en la película de su descubrimiento, sus últimos discos fueron los primeros, Orange Juice el nudo de la historia y sus primeros pasos en solitario el feliz desenlace: "Hope and Despair", mi sorprendente regalo de cumpleaños sin que quien tuvo el detalle supiera de mi fecha de nacimiento, un precioso vinilo, el debut en nombre propio de Edwyn Collins, compartiendo el último aliento de los 80s con Prefab Sprout, LLoyd Cole, Martin Stephenson, Aztec Camera, o los Shack que surgieron de las cenizas de Pale Fountains. Ahora mismo tengo su funda entre mis manos y me pregunto por qué Jesús (Against the cierzo) pensaría en mí como su dueño, mientras la aguja me responde qué más da, quizá nuevamente haya sido obra de un destino caprichoso.
No me atrevo, todavía, a hablar de él, la forma en que ha llegado a mí me impediría ser objetivo. Eso sí, tenemos una cerveza pendiente. Sin embargo me sirve de coartada para presentar, aunque con cierto retraso, a este ARTISTA cuyo último trabajo es en realidad el primero (curiosamente para mí su primer trabajo ha sido el último en llegar a mi discoteca).
Una hemorragia cerebral lo tuvo al borde del abismo, era el año 2005, acababa de grabar un disco, "Home Again", que no se publicó hasta dos años más tarde. Los médicos aseguraron que sería el último. Graves secuelas físicas y daños cerebrales lo dejaron sin habla y afectaron a su memoria.
Cualquier artículo referente al escocés inevitablemente hará alusión al golpe sufrido. Su dura rehabilitación y la recuperación, no ya sólo del músico, del artista, sino también de la persona, servirá para llenar líneas que posiblemente restarán protagonismo a lo que nos ocupa de verdad: la música, la de un disco con doce canciones, el séptimo de su carrera en solitario, que suena diferente después de conocida la historia que hay detrás y, por ello, distinto a cualquiera de los anteriores, tan fresco como el debut de Orange Juice, tan maduro como el primero de quien a los cincuenta y un años ha tenido que aprender a tocar la guitarra de nuevo, el álbum de quien se olvidó de hablar y ha vuelto a cantar y a componer.
Sus amigos, muchos de ellos alumnos y rendidos admiradores, han querido echarle una mano, allanar el camino a quién un buen día se lo descubrió. Él junto con otros de su generación, inventaron lo que hoy se conoce como “indie”, música POP hecha con la elegancia de los que supieron hace casi treinta años apoderarse del alma de la música negra y del nervio del punk.
La lista es larga: Johnny Marr (The Smiths) comparte créditos en “Come tomorrow”, Alñex Kapranos (Franz Ferdinand) en “Do it again” y Roddy Frame (Aztec Camera) en “All my days”; y junto a ellos, miembros de The Drums, The Magic Numbers o The Cribs, alguno de los cuales todavía no había nacido cuando nuestro protagonista ya era una estrella del rock.
Un debut prometedor. La voz de Edwyn, guitarras acústicas, rítmicas deliciosas... y unos ritmos sencillos, pero tan difíciles de construir, consiguen que la canción no te abandone, ¿música simple? Un tratado de pop atemporal. El genio permaneció intacto.
GRACIAS JESÚS!
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Creo que debemos felicitarnos por su rehabilitación física y artística , Edwyn es un buen tipo y posee ese especial olfato que solo uno pocos tienen para concebir y crear el mejor POP; pop como muy bien dices ATEMPORAL ; espero que el disco estuviese en las mejores condiciones posibles ; it´s my pleasure Coco .
ResponderEliminar! Un Fuerte Abrazo !