Todos tenemos un puntito de locura que nos permite mantener la cordura. La proporción, como se pueden imaginar, varía de unas personas a otras, pero es tan necesaria como las hormonas femeninas que tenemos los hombres y que posiblemente evitan que nos demos de hostias los unos con los otros (apliquemos masculinas a las mujeres y donde digo hostias, pues...).
The Strange Boys ponen en mi discoteca la dosis de locura que un tipo serio como yo necesita. Con motivo de su anterior trabajo (no estoy seguro de que haya pasado un año desde entonces), “descacharrada” fue el adjetivo utilizado para describir su música, el espíritu del punk (al menos así entiendo yo que debería sonar en el siglo XXI) y la New Wave (“Punk's Pajamas” la podrían haber firmado los Brinsley Schwarz de Nick Lowe) dentro del cuerpo de una banda de garage, de jóvenes descarados a los que abrazas sin razón u odias sin piedad. La voz de Ryan Sambol, aguda y nasal, tiene ese poder, o ese inconveniente, irritante y adictiva por igual.
Aunque difícil de creer, hubo un tiempo en que Tom Waits era joven, tocaba el piano en un cabaret donde actuaban los Rolling Stones más negros de principios de los 70 y en muchas de sus canciones era Bob Dylan quien soplaba la armónica y cantaba borracho como una cuba. No me hagan mucho caso, son sólo nombres que bailan en mi cabeza conforme gira un disco, en realidad, deudor del debut de Violent Femmes y heredero directo del atrevimiento y la naturalidad de Jonathan Richman cuando todavía su nombre no figuraba separado de los Modern Lovers, de las primeras genialidades de The Feelies o de unos Soft Boys que estuvieran influidos, conforme a los tiempos, por el sonido “americana” a golpe de piano y slide guitar.
El tercer álbum de “Los chicos extraños” es su trabajo mejor producido (o quizá el primero que realmente lo está), han madurado, como si hubieran puesto orden en la cacharrería, se atreven con tiernos medios tiempos, “Over the river and through the woulds” (...Love is becoming true in you...), bocetos de canción en los que se desnudan instrumental y emocionalmente, “You and Me”, abrazan el pop con descaro sonando más accesibles que nunca, se atreven con el blues, “Omnia Boa”, se atreven con todo, sin perder un ápice de encanto, siguen sonando psicodélicos y... locos y... maduros. ¿Originales? Todo lo contrario, y por ello, auténticos.
"Live Music" no es un álbum en directo, sino un álbum vivo. Bendita locura.
La canción del video un caramelo, ya te lo digo. Lo había visto ya por la red y me imaginaba continuidad con su anterior disco, me gustó el anterior, pero ahora no tenñia demasiado ganas, pero esto es otra cosa. Lo buscaré. Gracias por la recomendación. Saludos
ResponderEliminarTiene muy buena pinta Coco, el anterior nos gustó pero se hacía más de unos temas y otros más pesados...Jode cómo te echamos de menos Anónimo E y servidor en Madrid, te puedes imaginar lo gran persona que es no? Una pasada, estoy arrollado en el nuevo curro, no sé si ya podré ir a conciertos entre semana, tengo entradas para Rickie y espero no tener junta ese día, ay Coco los simple twists of fate...UN ABRAZO.
ResponderEliminar... And Girls Club... me pareció fresco y muy esimulante y Be Brave algo menos; el chavalito Ryan Sambol me dejó descolocado porque me pareció que sabía mas de lo que quería hacernos ver , un pequeño genio en potencia; aun no lo he escuchado pero precisamente el hecho de que esté mejor "producido" es lo que me hace dudar un poco cuando lo que mas me seducía de ellos era su aparente " amateurismo " ; lo escucharé , desde luego, ya te contaré.
ResponderEliminarFuerte Abrazo !