viernes, 30 de julio de 2010

Elvis Costello & Kris Kristofferson en el Jazzaldía, Plaza de la Trinidad, San Sebastian 25 de julio de 2010

Hay días que es mejor no levantarse de la cama, aunque al final de la jornada esté esperando el fabuloso directo de Elvis Costello, siempre un aliciente para echar las sábanas a un lado y una buena razón para poner rumbo a San Sebastián.

El viaje por la A8, la mal llamada autopista del Cantábrico, fue una pequeña odisea. Lo único que me ayudó a sobrellevar las retenciones fue la entrada que guardaba en mi bolsillo con el nombre de ELVIS COSTELLO & THE SUGARCANES. Sí, claro que Kris Kristofferson ejerció de telonero de lujo, y que muchos de los asistentes habían pagado el precio del ticket (esos putos papeles impresos no pueden llamarse de otra manera) sólo por él, pero su nombre aparecía muy, muy pequeñito.
Una vez en la ciudad, con la angustia y la certeza de quien llega tarde para casi todo (para aparcar, para tomar un tentempié antes de la actuación y para coger un buen sitio en la Plaza de la Trinidad), la cola interminable para acceder al recinto confirmaba el peor de mis augurios.
Embutidos nos encontrábamos las 3100 almas que según la organización habían pagado su entrada, más gente que en el Kursaal y el Victoria Eugenia juntos, compartiendo emoción y sudor, encogido el corazón y apretado todo lo demás, en un recinto que dadas sus dimensiones y estructura estuvo a punto de provocarme un ataque de claustrofobia (la noticia de lo sucedido en la Love Parade alemana todavía estaba muy fresca). Nunca fueron las multitudes el medio en el que mejor me desenvuelvo, lo que unido a que me tocó detrás del típico grupo de graciosillos más pendientes de los cachis y del ja ja ja que de la música, hicieron que disfrutar del concierto fuera tarea difícil, casi imposible con Kristofferson sobre el escenario. Así, mientras las primeras filas se empapaban de las canciones del americano, en el centro del bullicio yo luchaba por no empaparme con los cachis de mis casuales compañeros (a los que la risa floja delataba como tontos del culo) y estaba más pendiente de conservar mi espacio para respirar y de mandar callar a los maleducados de siempre, a los que además supongo propietarios de una entrada como la mía en la que pone bien clarito: 45 Eur + 0,85 Eur.

Todos los factores sumaron para que estuviera deseoso de que Kris pusiera punto final a su actuación, un tanto plana, quizás demasiado relajado. Es muy difícil aguantar más de una hora con tu guitarra como único apoyo para defender unas canciones, enormes en pequeñas dosis pero carentes de las galas necesarias cuando tres mil personas esperan ansiosas la salida del cabeza de cartel. Estuvo muy crítico con la política exterior americana, desde la apertura con “Shipwrecked in the 80’s” (Irak y Afganistan) y “The Circle” (los desaparecidos argentinos) hasta “Sandinista”, que el propio Daniel Ortega le pidió que cantara con motivo del triunfo de la revolución en el país centroamericano. En muchas ocasiones hizo referencia a sus hijos (y a sus madres), se acordó de Janis Joplin, a la que incluyó en la letra de "Me and Bobby McGee" (la única canción que reconocieron los melómanos de risa floja y cachi en mano), y me hizo sentir culpable con “Please don’t tell me how the story ends”, acababa su actuación cuando yo empezaba a disfrutar de ella. No fue un telonero al uso, era, en realidad, el 50% de un cartel de lujo.

Y tras un breve descanso (lo del descanso es sólo un decir, llevaba más de dos horas de pie y lo mejor estaba por venir) “Mystery Train” fue la carta de presentación de Elvis Costello & The Sugarcanes. Para que se hagan una idea, lograban detener el ataque de verborrea que había provocado el consumo de cerveza, con una sola canción habían conseguido contrarrestar los efectos de litros de alcohol y toneladas de estupidez.
La banda es increíble: Stuart Duncan, violin; Mike Compton, mandolina; Jeff Taylor, acordeón; Jerry Douglas, dobro; Dennis Crouch, contrabajo y Jim Lauderdale, guitarra. Cada uno de ellos por separado son una buena razón para pagar la entrada, Elvis los había juntado y, por si no fuera bastante, en el primero de los bises Kristofferson se unió a la fiesta para interpretar tres canciones que habían ensayado en la prueba de sonido tan sólo unas horas antes.
Costello dio una lección de clase y de tablas sobre el escenario, manejó los tiempos del concierto e hizo de la audiencia lo que quiso en todo momento. Las canciones de sus últimos trabajos ganaron en número, pero los clásicos y versiones sabiamente intercaladas fueron los “highlights” de la noche, como la mencionada “Mystery Train” o la beatle “You’ve got to hide your love away” con la que se terminó de meter al público en el bolsillo. Y todas llevadas al terreno de los Sugarcanes que hicieron maravillas en clave de country y bluegrass de canciones que conocíamos en formatos bien diferentes. “Good year for the roses” fue de las que te tocan el corazón y “Everyday I write the book”, justo antes de su primera despedida, de las que justifican que merezcan la pena dos horas de viaje, tres horas de pie y hora y media de tonterías.

Bajo una ovación dificil de imaginar si no se está presente, se produjo el estreno mundial sobre el escenario de Kris Kristofferson, Elvis Costello & The Sugarcanes: dos temas del americano, cantados a dúo (y a destiempo por su autor), y una composición con la que Elvis bromeó al definirla como a KKCC or CCKK song (Rosanne Cash / Elvis Costello / Kris Kristofferson), la maravillosa “April 5th”, pero que no la cambio por lo que nos perdimos en su lugar (en Huelva, por ejemplo, fueron incluídas en el setlist dos de mis canciones favoritas de todos los tiempos: “(What’s so funny ‘bout) peace, love and understanding” y “I want you”, aquí relegadas en favor de la colaboración con el actor y cantante tejano).

Y tras una nueva retirada, la vuelta con la traca final, apoteósica despedida del concierto y del festival de jazz: “Sulphur to sugarcane”, “Alison” y “Happy”, interminable (para deleite de todos nosotros) versión del clásico de Richards, revisitado y oportuno, ahora todavía reciente la edición de lujo del “Exile on main Street” de los Stones.
Podría haber sido memorable, y seguramente así fue para quienes lo vivieron más de cerca. La avaricia de unos (demasiada gente en tan poco espacio) y la estupidez y mala educación de otros (todavía me sigo preguntando por qué hay gente que se gasta 45 € si su intención es sólo la de hablar y beber), restaron magia a una ocasión única. Costello es un superclase y tenemos dos canciones pendientes. La próxima, en primera fila.

9 comentarios:

  1. Lamento que hayas tenido que soportar a los típicos gilipollas que van a un concierto a pasar el rato,como si no tuvieran otros lugares para eso.Yo he tenido más suerte y lo he visto (aquí no vino Kristofferson)y escuchado perfectamente (éramos muy poquitos).Yo adoro a Costello desde su primer disco y mejoró todas mis expectativas.Aluciné con él y con los Sugarcanes.Para colmo, un amigo me facilitó un pase de prensa para poder saludarlo después.Fue muy emocionante,como podrás suponer (no sé si poner la foto del momento).Saludos.

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  2. Por eso casi no voy a conciertos. Por eso me los pierdo. Por eso sigo sin cometer un homicidio. De momento...

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  3. Coco el tiempo te da la razón , los festivales dan por el saco...donde este tu entrada y tu asiento y no la borregada.
    Un ABRAZO y esperaba noticias tuyas, yo al final por la conciliación de vidas no pude ir y mira que lo siento!Hubiera completado el precioso circulo: primera Elvis new wave-pop, segunda soul con Toussaint y esta tercera tan folkie y appalachiana...
    Otra vez será...

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  4. Sigo tu blog de cerca, paisanuco. Saludos.

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  5. Hola. tienes razón, el sitio y la actitud del resto del público interviene y define mucho más de lo que parece la experiencia de cada uno en un concierto, ya lo creo, Yo, la verdad, llevo mal los incesantes charloteos (sobre todo en este tipo de música hace mucho más daño) pero tampoco me gustan un pelo los radicalismos que tien a veces la gente que no te deja ni pasar con tu gente con ese discursito de que han llegado antes. en fin que a veces parece que haya que recordar que a un concert uno va a pasárselo bien y, en pcpo, por ser fan.
    que clase tiene.. tengo que escucharle más.
    chao!

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  6. Estupenda crónica con la que has logrado que, a pesar de tu mala ubicación y de los gilipollas de turno (¿es posible que sean cada vez más numerosos (y no hablo solo de festivales)?), se me hayan puesto los dientes muy largos.
    Un abrazo

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  7. Vaya pedazo de conciertos que te has visto últimamente. Gran crónica. Sobreponiéndote a las circunstancias. La magia lo puede todo.

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  8. Aunque las circunstancias (el grupo de tontos que me rodeaba) pudieran desviar la atención de quien leyera la crónica, mi intención era intentar transmitir que lo vivido mereció la pena (y me alegro de que así haya sido). Repetiría la experiencia, y con Elvis espero que la oportunidad no se demore.
    UN ABRAZO! a todos, y bienvenidos Luis Lópec, y LAPOR, y RaRo. Cuando empecé a escribir de verdad que no contaba con que nadie me leyera, más allá de los cuatro amigos a los que les obligo a hacerlo, y cada vez que alguien nuevo se pasa por aquí, me pregunto cómo habrá llegado y me llena de satisfacción que, además, se detenga y que le guste, por poco que sea, lo visto, oído o leído.

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  9. Me alegro que disfrutases tanto de ese concierto,apesar de las circustancias extramusicales(los tontainas y los cachis).Conocía muy poco de la obra de Elvis Costello,pero tú,como en tantas otras ocasiones,me has motivado para profundizar en ella.Qué sensibilidad la de Costello,qué compositor y artista.Estoy encandilado.
    Y otro fuerte aplauso para ti,por tu página y tus crónicas,de....H.

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