2.jpg)

El recurso más sencillo para definir a The National sería citar a Joy Division, la voz de Matt Berninger no anda lejos de Ian Curtis, y es evidente que los neoyorquinos han crecido escuchando mucha música de los 80 que les llegaba importada desde las islas británicas: los Echo & The Bunnymen del “Heaven Up Here”, Psychedelic Furs, U2 (sí, U2, la línea de bajo de “Sorrow” les delata) y, por supuesto, Joy Division, unos Joy Division empapados de New Order (lo cual no deja de ser una paradoja) y cuyas letras corriesen a cargo de Leonard Cohen (equilibrando así la balanza hacia el continente americano). ¿Y todo esto es posible? No sólo es posible sino que lo han facturado de forma que el producto final suene a The National: esa batería cuyos redobles marciales siempre marcan el comienzo de algo grande y esos platillos que elevan la canción hasta el infinito; esos teclados épicos; esos guitarrazos que aparecen sólo cuando son necesarios, y esa voz, sin la voz de Matt Berninger nada sería igual; forman un todo que les hace originales y les aleja de cualquier asomo de copiar a quienes únicamente son sus influencias.
Con este paso adelante, no faltará quien les acuse de unirse al club de Arcade Fire (aunque los canadienses no existían cuando The National ya tenían dos discos en el mercado) y, reparando en los arreglos orquestales, claro que existen similitudes, pero para bien. Temas preciosos, emocionantes, se convierten en sublimes con ayuda de vientos, de cuerdas y de coros que nunca dan la sensación de sobreproducción. Un álbum para escuchar con los auriculares, abstraerse del lugar y del tiempo, y descubrir nuevos matices con cada escucha.
¿Destacar una canción? Imposible cometido. “Sorrow”, “Afraid of Everyone”, “Conversation 16”, “England”... cada día elegiría una diferente, aunque quizás... “Runaway”, el tema que dejo escrito que suene el día de mi funeral, de verdad, el que no llore por mi pérdida lo hará por la canción.
Y perfecto era el principio, pero el final... el final te obliga a dejar pasar unos minutos mirando al vacio, recuperar el aliento, y el pulso, porque después de "Vanderlyle Crybaby Geeks" no puede haber nada... NADA.
Lo han conseguido, no era tarea fácil darle un digno sucesor a “Boxer”, “High Violet” es una OBRA MAESTRA, trascenderá y hablaremos de él dentro de cuarenta años.
Coco...nos llamarán locos y exagerados pero a mi esto me ha pasado con pocos discos...con pocos.Tenemos que verlos en un sitio como se merece la ocasión.Así que recuerde me pasó con Yankee Hotel Foxtrot pero la Violeta me parece mejor...Ahora lo flipo con Terrible Love...es un puro terremoto escala 9.
ResponderEliminarPor cierto el artículo del NY Times es magnífico, bellísima forma de explicar su sonido: la monocorde voz de Matt, conseguir con los instrumentos que parezca da más notas que Caruso...increible...pero el viejo Len es igual...
Bueno que chapeau por la entrada y el tema de Mulcahy...pues que presagiaba ya el milagro.
Por cierto, preparo entrada de ese tipo porque hizo un disco que es muy importante y que asocio al Grace, el del mono colgado...qué recuerdos.
hola!! hasta aquí he llegado de casualidad, como ves con cierto atraso/desfase temporal,jeje(orsir ya todos tenemos configurado el historial de comentarios). llego siguiendo la pista de este disco tremendo, qué maravilla. Totalmente de acuerdo con tus apuntes, aunque tal vez yo acuse a otras fuentes. Pero sin tenerlos,seguro, bien digeridos porque yo me subo al barco THeNational con "High violet" (que algunos parece que acusan de flojo) pero como ya absoluta fan declarada.
ResponderEliminarVeo que tenemos gustos parecidos, decidido: me pasaré por aquí blog más a menudo, te linkeo para no olvidarme. hasta otra, chao! saludossssss